sábado, 2 de abril de 2022

MOMENTOS DE UN ACTUAR ÉTICO

 MOMENTOS DE UN  ACTUAR  ÉTICO

Ignacio Ellacuría

Primer momento: «Hacerse cargo de la realidad» implica entender la situación real que tenemos ante nuestra mirada. Por ejemplo, entender la situación de agresión y falta de respeto ante la cual podríamos encontrarnos en una sala de clases: Entender sus causas, motivos que la impulsan, formas de expresión, situación familiar de los educandos… Estudiar la realidad de cara a ella, no es lo mismo que estudiarla en la abstracción de un discurso lineal sobre la violencia que puede aparecer en un libro.  No digo que el libro no sirva sino que es complemento… pero no sustituto de la realidad.  El libro puede aclararnos algunos conceptos, entregarnos algún lenguaje apropiado, algunas estrategias, precisamente, de acercamiento a la realidad que nos preocupa y la cual debemos indagar. 

Para hacernos cargo de la realidad de cualquier realidad y llevarla hasta un salón de clases para tratarla con los alumnos y/o apoderados, sin herirlos, sin exponer sus vidas privadas, el cine nos entrega un aporte pedagógico incalculable; pues a través de su ficción podemos llevar, en un lapso de dos horas, la violencia tal cual se da en situaciones reales de vida: así, podemos presenciar la historia de una agresión física y psicológica desde sus inicios y hasta su culminación; aprehendiendo a través de ella lo que ocasiona el grito, la humillación, la tolerancia de lo intolerable y, al final, la liberación y la búsqueda de la identidad perdida. El cine, nos recrea una realidad sin desintegrarla; pues al igual que la vida real, hace uso de un lenguaje no lineal. Nos permite conocer todos los factores que inciden; la historia misma de cómo se fueron dando; los personajes involucrados y sus formas de actuar e influir en ella.

 

Una pedagogía experiencial necesita instalarnos en la realidad misma para que, por empatía, accedamos a ella experiencialmente; a través no sólo de una observación directa, sino íntimamente, esto es, haciéndola formar parte de nuestras propias experiencias de vida –acogiéndola- para luego entenderla comprensivamente.  A ello aludimos cuando decimos “me pongo en el lugar de”, “siento en carne propia lo que te ha pasado”.  Se trata, entonces, de imaginarse intelectiva, moral y afectivamente lo que otros han vivido; es lo que también se logra con las historias fílmicas que mágicamente, con el uso de los recursos del lenguaje cinematográfico, nos introducen en un mundo que, aunque sabemos ficticio, nos hace sentir lo que viven los personajes: nos enojamos con ellos, reímos, lloramos, criticamos, damos consejos… El espectador de cine, en la medida que conoce todos los elementos que conforman una situación: quienes son los buenos, los que mienten, los engañados, las intenciones de los personajes, sus fortalezas y debilidades, etc., entiende la realidad, por ello, puede “hacerse cargo” de ella y, seguidamente, “hacer los cargos que corresponda”, esto es, “cargar con la realidad”.

 

Segundo momento: “Cargar con la realidad” implica determinar y analizar los distintos grados de responsabilidades que se articulan en una situación; distinguiendo entre causas, influencias y condiciones. La causa es la determinante. Si no tienes el don o virtud del canto, por ejemplo, jamás podrás cantar bien, aunque tengas la oportunidad de acceder a los mejores maestros de canto. Pero si cantas bien, la causa es tu don y tu esfuerzo por realizarlo; el maestro ha sido una buena y a lo mejor gran influencia o apoyo positivo, que ha facilitado la acción de la causa que es siempre íntima, pero no es determinante de tu realización; pues somos libres. Ahora bien, podrás saber cantar; pero si estás afónico o estás en un recinto donde se debe guardar silencio; hay que esperar o hacer algo para que cambien las condiciones.  En otras palabras, la causa es determinante; las influencias y condiciones, no.  Existiendo la causa –el talento- el ser humano puede superar toda influencia y condicionamientos, como  también puede no aprovechar las influencias y condicionamientos positivos: Tiene talento, lo medios óptimos para aprender, el tiempo y lugar apropiado, pero la falta de voluntad o inseguridad, inhibe la actuación de la causa, esto es, la actualización de su talento.  Superados los vicios o debilidades, podrá realizarse si lo hace “a tiempo”; pues algunos talentos son condicionados por el paso del tiempo, a tal punto, que se vuelven un “imposible de realizar”; ejemplo, el tenis a gran nivel, la danza.  Las causas son siempre íntimas o internas (La causa de que el vidrio se quiebre con una piedra es su fragilidad; si no fuera frágil, no se rompería ni con un balazo.  Influencias para que la fragilidad actúe son muchas: agua hirviendo, un terremoto, un alunizaje…  Cargar la realidad, entonces, implica tener claridad sobre cuáles son las causas de un actuar y qué lo motiva o influye, condiciona.

 

Tercer momento:  “Encargarnos de la realidad” implica estar en condiciones de poder asumir la propia responsabilidad frente a quienes nos hemos comprometido. Somos educadores; algo debemos hacer frente al dolor, abandono,  violencia que sufren nuestros educandos; no podemos asumir una actitud de irresponsabilidad o de inoperancia. Ser responsables implica responder de las consecuencias de lo que hacemos y de lo que no hacemos. Por supuesto que para ello, tal como hemos visto, es necesario hacerse cargo de la realidad, luego cargar con ella y, ahora, encargarnos (responsabilizarnos) de ella; preguntarnos, entonces, qué debemos hacer ante tal situación.

 

Cuando damos espacio y derecho a cualquier acción injusta, sin hacer nada, no sólo aumentamos el daño a quien ha sido injustamente agredido, sino que dificultamos la convivencia en paz de un curso y damos lugar al mal ejemplo

Alfonso López Quintás, afirmaba en el libro que escribiera junto a Gustavo Villapalos: “La responsabilidad es siempre proporcional a la dignidad. La dignidad de quien consagra su vida a orientar a niños y jóvenes es muy alta. Se hace responsable del futuro de estas personas y, consiguientemente, de la sociedad”

 

d) Antes de hacernos cargo de la realidad, debemos hacernos cargo de nosotros.

Entender o entendernos no es fácil. Por ahora, digámoslo en forma simple: Somos lo que hemos ido haciendo de nosotros a lo largo de nuestra trayectoria de vida; en ello debemos incluir lo que podíamos o debíamos haber sido y no fuimos y lo que podríamos o deberíamos ser y aún no realizamos. Generalmente, entender nuestro propio actuar personal, es mucho más complejo que entender el de otros… A veces, la explicación o comprensión de una actitud, decisión o comportamiento está en la interpretación o sentido que hemos dado en el pasado a una experiencia que, para otros, podría no tener mayor incidencia.  Analizarnos moralmente es difícil, influyen sentimientos y un pasado que no es recordado tal cual ocurrió.  Además, el pasado ya fue, no es modificable; la esperanza está en proyectar un futuro que aún no es.  Es algo que todo educador debe tener presente, para alentar al alumno a superarse y no aplastarlo, haciendo hincapié en el error ya pasado.  

 

LA CONQUISTA DE LA VOLUNTAD

 LA CONQUISTA DE LA VOLUNTAD

ENRIQUE ROJAS

 

https://ia903208.us.archive.org/25/items/libros-biblioteca-para-leer-2/Enrique%20Rojas%20-%20La%20Conquista%20De%20La%20Voluntad.pdf

LA MANIPULACIÓN DEL HOMBRE A TRAVÉS DEL LENGUAJE

 LA MANIPULACIÓN DEL HOMBRE A TRAVÉS DEL LENGUAJE

Alfonso López Quintás

http://www.hottopos.com/harvard3/alfonso.htm

lquintas@filos.ucm.es

El gran humanista y científico Albert Einstein nos hizo esta severa advertencia : "La fuerza desencadenada del átomo lo ha transformado todo menos nuestra forma de pensar. Por eso nos encaminamos hacia una catástrofe sin igual". ¿Qué forma de pensar hubiéramos debido cambiar para evitar esta hecatombe? Sin duda, Einstein se refería al estilo de pensar objetivista, dominador y posesivo que hizo quiebra en la primera guerra mundial y no fue sustituido por un modo de pensar, sentir y querer más ajustado a nuestra realidad humana.

Los pensadores más lúcidos nos vienen instando desde el período de entreguerras a cambiar el ideal,  realizar una verdadera metanoia y superar el afán de poder mediante una decidida voluntad de servicio. Este giro fue realizado en círculos escogidos, pero no en las personas y los grupos que deciden la marcha de la sociedad. En éstos siguió operante un afán incontrolado de dominio, dominio sobre cosas y sobre personas.

El dominio y control sobre los seres personales se lleva a cabo mediante las técnicas de manipulación. El ejercicio de la manipulación de las mentes encierra especial gravedad en este momento por tres razones básicas:

1) Sigue orientando la vida hacia el viejo ideal del dominio, que provocó dos hecatombes mundiales y no logra colmar hoy nuestro espíritu pues ya no podemos creer en él.

2)Impide dar un giro decidido hacia un nuevo ideal que sea capaz de llevar  nuestra vida a plenitud.

3)Incrementa el desconcierto espiritual de una sociedad que perdió el ideal que persiguió durante siglos y no logra descubrir uno nuevo que sea más conforme a la naturaleza humana.

Si queremos colaborar eficazmente a configurar una sociedad mejor, más solidaria y más justa, debemos poner al descubierto los ardides de la manipulación y aprender a pensar con todo rigor. No es demasiado difícil. Un poco de atención y  finura crítica nos permitirá delatar los trastrueques de conceptos que se están cometiendo y aprender a hacer justicia a la realidad. Esta fidelidad a lo real nos depara una inmensa libertad interior.

No basta vivir en un régimen democrático para ser libres de verdad. Hay que conquistar la libertad día a día frente a quienes intentan arteramente dominarnos con los recursos de esa forma de ilusionismo mental que es la manipulación.

Esta conquista sólo es posible si tenemos una idea clara de cuatro cuestiones: lª) Qué significa manipular, 2ª) Quién manipula, 3ª) Para qué manipula, 4ª) Qué táctica moviliza para ello. El análisis de estos cuatro puntos nos permitirá al final discernir si es posible poner en juego un antídoto de la manipulación. Estamos a tiempo de salvaguardar nuestra libertad personal con todo cuanto implica. Hagámoslo animosamente.

l. Qué significa manipular

Manipular equivale a manejar. De por sí, únicamente son susceptibles de manejo los objetos. Un bolígrafo puedo utilizarlo para mis fines, cuidarlo, canjearlo, desecharlo. Estoy en mi derecho, porque se trata de un objeto. Manipular es tratar a una persona o grupo de personas como si fueran objetos, a fin de dominarlos fácilmente. Esa forma de trato significa un rebajamiento de nivel, un envilecimiento.

Esta reducción ilegítima de las personas a objetos es la meta del sadismo. Ser sádico no significa ser cruel, como a menudo se piensa. Implica tratar a una persona de tal manera que se la rebaja de condición. Ese rebajamiento puede realizarse a través de la crueldad o a través de la ternura erótica. Cuando, en tiempos recientes, se introducía a un grupo numeroso de prisioneros en un vagón de tren como si fueran paquetes, y se los hacia viajar así durante días y noches, no se intentaba tanto hacerles sufrir cuanto envilecerlos. Al ser tratados como meros objetos, en condiciones infrahumanas, acababan considerándose unos a otros como seres abyectos y repelentes. Tal consideración les impedía unirse entre sí y formar estructuras sólidas que pudieran generar una actitud de resistencia. Reducir una persona a condición de objeto para dominarla sin restricciones es una práctica manipuladora sádica.

Por su parte, la caricia erótica reduce la persona a cuerpo, a mero objeto halagador. Es reduccionista, y, en la misma medida, sádica, aunque parezca tierna. La caricia puede ser de dos tipos: erótica y personal . Para comprender lo que es, en rigor, el erotismo , recordemos que , según la investigación ética contemporánea, el amor conyugal presenta cuatro aspectos o ingredientes:

1)la sexualidad, con cuanto implica de atracción instintiva hacia otra persona, de halago sensorial, de conmoción psicológica...;

2)la amistad, forma de unidad estable, afectuosa, comprensiva, colaboradora, que debe ser creada de modo generoso, ya que no poseemos instintos que, puestos en juego, den lugar a una relación de este género;

3)la proyección comunitaria del amor. El hombre, para vivir como persona, debe crear vida comunitaria. El amor empieza siendo dual y privado, pero alberga en sí una fuerza interior que le lleva a adquirir una expansión comunitaria. Esto sucede el día de la boda, cuando la comunidad de amigos y -en el caso religioso- de creyentes acoge el amor de los nuevos esposos;

4)la relevancia y fecundidad del amor. El amor conyugal tiene un poder singular para incrementar el afecto entre los esposos y dar vida a nuevos seres. Nada hay más grande en el universo que una vida humana y el amor verdadero a otra persona. Por eso el amor conyugal tiene una relevancia singular, una plenitud de sentido y un valor impresionantes.

Estos cuatro elementos (sexualidad, amistad, proyección comunitaria, relevancia) no deben estar meramente yuxtapuestos, el uno al lado del otro. Han de estar estructurados. Una estructura es una constelación de elementos trabados de tal forma que, si falla uno, se desmorona el conjunto.

Ahora podemos comprender de modo preciso qué es el erotismo. Consiste en desgajar el primer elemento, la sexualidad, para obtener una gratificación pasajera, y prescindir de los otros tres. Ese desgajamiento puramente pasional destruye el amor de raíz, lo priva de su sentido pleno y de su identidad. Por eso es violento aunque parezca cordial y tierno. Pongo en juego la sexualidad a solas, porque me interesa para mis propios fines, y prescindo de la amistad. En realidad, no amo a la otra persona; deseo el halago que producen algunas de sus cualidades. Dejo, asimismo, de lado la expansión comunitaria del amor. No presto atención a la vida de familia que está llamado el amor a promover. Me recluyo en la soledad de mis ganancias inmediatas. Por eso reduzco la otra persona a mera fuente de gratificaciones para mí. Esa reducción desconsiderada es violenta y sádica. Puedo jurar amor eterno, pero serán palabras vanas, pues lo que entiendo aquí por amor no es sino interés por saciar mi avidez erótica.

Conviene mucho distinguir con nitidez los dos planos en que podemos movernos: el corpóreo y el espiritual, el que es susceptible de manejo y el que pide respeto. Cuando una persona acaricia a otra, pone su cuerpo en primer plano, le concede una atención especial. Siempre que unas personas se relacionan con otras, su cuerpo juega cierto papel en cuanto les permite hablar, oír, ver... Si no se trata de una comunicación afectiva , el cuerpo ejerce función de trampolín para pasar al mundo de las significaciones que se quieren transmitir. Hablamos durante horas de un tema y otro, y al final recordamos perfectamente lo que dijimos, la actitud que  adoptamos, los fines que perseguimos, pero posiblemente no sabemos de qué color tiene los ojos nuestro coloquiante. Nos vimos, pero no detuvimos nuestra atención en la vertiente corpórea. No sucede así en los momentos de trato amoroso. En éstos, el cuerpo de la persona amada cobra una densidad peculiar y prende la atención de quienes se manifiestan su amor. El amante atiende de modo intenso al cuerpo de la amada. Si ve en él la expresión sensible del ser amado y toma su gesto de ternura como un acto en el cual está incrementando su amor a la persona, su modo de acariciar tendrá un carácter personal. En tal caso, el cuerpo acariciado adquiere honores de protagonista, pero no desplaza a la persona, la hace más bien presente de modo tangible y valioso. La caricia personal no se queda en el cuerpo, se dirige a la persona. Cuando dos personas se abrazan, sus cuerpos entrelazados juegan un papel  sobresaliente, pero no constituyen la meta de la atención; son el medio expresivo del afecto mutuo. La persona, en tal abrazo, no queda relegada a un segundo plano. Al contrario, es realzada. En cambio, si la atención se detiene en el cuerpo acariciado, sencillamente por el atractivo sensorial que implica tal gesto, el cuerpo invade todo el campo de la persona. Esta es vista como objeto , realidad asible, manejable, poseíble, disfrutable... Pero a un objeto no se lo ama , se lo apetece solamente. De ahí el carácter penoso de la expresión "mujer-objeto" aplicada a ciertas figuras femeninas exhibidas en algunos espectáculos como objeto-de-contemplación o tomadas en la vida diaria como objeto-de-posesión.

El amor erótico de los seductores de tipo donjuanesco es posesivo, y en la misma medida va unido con la burla y la violencia. Don Juan, el "Burlador de Sevilla" -según la atinada formulación de Tirso de Molina-, se complacía en burlar a las víctimas de su engaños y en resolver las situaciones comprometidas con el manejo expeditivo de la espada. Esta violencia innata, muchas veces soterrada, del amor erótico explica que pueda pasarse sin solución de continuidad de unas situaciones de máxima "ternura" aparente a otras de extrema violencia. En realidad, ahí no hay ternura, sino reducción de una persona a objeto. La violencia de tal reducción no queda aminorada al afirmar que se trata de un objeto adorable, fascinador. Estos adjetivos no redimen al sustantivo "objeto" de lo que tiene de injusto, de no ajustado a la realidad. Rebajar a una persona del nivel que le corresponde es una forma de manipulación agresiva que engendra los diferentes modos de violencia que registra la sociedad actual. La principal tarea de los manipuladores consiste en ocultar la violencia bajo el velo seductor del fomento de las libertades .

En el albor de la cultura occidental, Platón entendió por " eros" la fuerza misteriosa que eleva al hombre a regiones cada vez más altas de belleza, bondad y perfección. Actualmente, se entiende por " erotismo" el manejo de las fuerzas sexuales con desenfado, sin más criterio y norma que la propia satisfacción inmediata. Obviamente, esta reclusión en el plano de las ganancias inmediatas supone una regresión cultural.

2. Quién manipula

Manipula el que quiere v encernos sin convencernos , seducirnos para que aceptemos los que nos ofrece sin darnos razones . El manipulador no habla a nuestra inteligencia, no respeta nuestra libertad; actúa astutamente sobre nuestros centros de decisión a fin de arrastrarnos a tomar las decisiones que favorecen sus propósitos.

En un anuncio televisivo se presentó un coche lujoso. En la parte opuesta de la pantalla apareció enseguida la figura de una joven bellísima. No dijo una sola palabra, no hizo el menor gesto;  mostró sencillamente su imagen encantadora. De pronto, el coche comenzó a rodar por paisajes exóticos, y una voz  nos susurró amablemente al oído: "¡Entrégate a todo tipo de sensaciones!". En ese anuncio no se aduce razón alguna para elegir ese coche en vez de otro. Se entrevera su figura con la de realidades atractivas para millones de personas y se las envuelve a todas en el halo de una frase llena de adherencias sentimentales. De esta forma, el coche queda aureolado de prestigio. Cuando vayas al concesionario de coches, te sentirás llevado a elegir éste. Y te lo facilitarán, pero no la señorita. En realidad, nadie te había prometido que, si comprabas el coche, te darían la posibilidad de tratar a esa joven. Eso hubiera supuesto hablar a tu inteligencia. Se limitaron a influir sobre tu voluntad de forma oblicua, artera. No te han engañado; te han manipulado, que es una forma sutil de engaño. Han halagado tu apetito de sensaciones gratificantes a fin de orientar tu voluntad hacia la compra de ese producto, no para complacerte o ayudarte a desarrollar tu personalidad. Te han reducido a mero cliente . Esa forma de reduccionismo es la quintaesencia de la manipulación.

Este tipo de manipulación comercial suele ir unida con otra mucho más peligrosa todavía: la manipulación ideológica, que impone ideas y actitudes de forma solapada, merced a la fuerza de arrastre de ciertos recursos estratégicos. Así, la propaganda comercial difunde, a menudo, la actitud consumista y la hace valer bajo pretexto de que el uso de tales o cuales artefactos es signo de alta posición social y de progreso. Un anuncio de un coche lujoso repetía hasta veinte veces la palabra "señor": "Un señor como Vd. debe utilizar un coche como éste, que es el señor de la carretera. Enseñoréese de sus mandos y siéntase señor...".

Cuando se quieren imponer actitudes e ideas referentes a cuestiones básicas de la existencia -relativas a la política, la economía, la ética, la religión...-, la manipulación ideológica adquiere suma peligrosidad. Por "ideología" se entiende actualmente a menudo un sistema de ideas esclerosado, rígido, que no suscita adhesiones por carecer de vigencia y, por tanto, de fuerza persuasiva. Si un grupo social lo asume como programa de acción y quiere imponerlo a ultranza, sólo tiene dos recursos: l. la violencia, y aboca a la tiranía, 2. la astucia y recurre a la manipulación. Las formas de manipulación practicadas por razones "ideológicas" suelen mostrar un notable refinamiento, ya que son programadas por profesionales de la estrategia [2] .

3. Para qué se manipula

La manipulación responde, en general, a la voluntad de dominar a personas y grupos en algún aspecto de la vida y dirigir su conducta. La manipulación comercial quiere convertirnos en clientes, con el simple objetivo de que adquiramos un determinado producto, compremos entradas para ciertos espectáculos, nos afiliemos a tal o cual club...El manipulador ideólogo intenta modelar el espíritu de personas y pueblos a fin de adquirir dominio sobre ellos de forma rápida, contundente, masiva y fácil. ¿Cómo es posible dominar al pueblo de esta forma? Reduciéndolo de comunidad a masa.

Las personas, cuando tienen ideales valiosos, convicciones éticas sólidas, voluntad de desarrollar todas las posibilidades de su ser, tienden a unirse entre sí solidariamente y estructurarse en comunidades. Debido a su interna cohesión, una estructura comunitaria resulta inexpugnable. Puede ser destruida desde fuera con medios violentos, pero no dominada interiormente por via de asedio espiritual. Si las personas que integran una comunidad pierden la capacidad creadora y no se unen entre sí con vínculos firmes y fecundos, dejan de integrarse en una auténtica comunidad; dan lugar a un montón amorfo de meros individuos: una masa. El concepto de masa es cualitativo, no cuantitativo. Un millón de personas que se manifiestan en una plaza con un sentido bien definido y sopesado no constituyen una masa, sino una comunidad , un pueblo . Dos personas, un hombre y una mujer, que comparten la vida en una casa pero no se hallan debidamente ensambladas forman una masa. La masa se compone de seres que actúan entre sí a modo de objetos, por vía de yuxtaposición o choque. La comunidad es formada por personas que ensamblan sus ámbitos de vida para dar lugar a nuevos ámbitos y enriquecerse mutuamente.

Al carecer de cohesión interna, la masa es fácilmente dominable y manipulable por los afanosos de poder. Ello explica que la primera preocupación de todo tirano -tanto en las dictaduras como en las democracias, ya que en ambos sistemas políticos existen personas deseosas de vencer sin necesidad de convencer- sea privar a las gentes de capacidad creadora en la mayor medida posible. Tal despojo se lleva a cabo mediante las tácticas de persuasión dolosa que moviliza la manipulación.  

4. Cómo se manipula

El tirano no lo tiene fácil en una democracia. Quiere dominar al pueblo, y debe hacerlo de forma dolosa para que el pueblo no lo advierta, pues lo que prometen los gobernantes en una democracia es, ante todo, libertad . En las dictaduras se promete eficacia , a costa de las libertades. En las democracias se prometen cotas nunca alcanzadas de libertad aunque sea a costa de la eficacia. ¿Qué medios tiene en su mano el tirano para someter al pueblo mientras lo convence de que es más libre que nunca?

Ese medio es el lenguaje . El lenguaje es el mayor don que posee el hombre, pero el más arriesgado. Es ambivalente: el lenguaje puede ser tierno o cruel, amable o displicente, difusor de la verdad o propalador de la mentira. El lenguaje ofrece posibilidades para descubrir en común la verdad, y facilita recursos para tergiversar las cosas y sembrar la confusión. Con sólo conocer tales recursos y manejarlos hábilmente, una persona poco preparada pero astuta puede dominar fácilmente a personas y pueblos enteros si éstos no están sobre aviso. Para comprender el poder seductor del lenguaje manipulador debemos estudiar cuatro puntos: los términos , los esquemas , los planteamientos y los procedimientos .

A) Los términos

El lenguaje crea palabras, y en cada época de la historia algunas de ellas se cargan de un prestigio especial de forma que nadie osa ponerlas en tela de juicio. Son palabras "talismán" que parecen condensar en sí todas las excelencias de la vida humana.

La palabra talismán de nuestra época es libertad . Una palabra talismán tiene el poder de prestigiar las palabras que se le avecinan y desprestigiar a las que se le oponen o parecen oponérsele. Hoy se da por supuesto -el manipulador nunca demuestra nada, da por supuesto lo que le conviene- que censura -todo tipo de censura- se opone siempre a libertad . En consecuencia, la palabra censura está actualmente desprestigiada. En cambio, las palabras independencia , autonomía, democracia, cogestión van unidas con la palabra libertad y quedan convertidas, por ello, en una especie de términos talismán por adherencia.

El manipulador saca amplio partido de este poder de los términos talismán. Sabe que, al introducirlos en un discurso, el pueblo queda intimidado, no ejerce su poder crítico, acepta ingenuamente lo que se le proponga. Cuando, en cierto país europeo, se llevó a cabo una campaña a favor de la introducción de la ley abortista, el ministro responsable de tal ley intentó justificarla con este razonamiento: "La mujer tiene un cuerpo y hay que darle libertad para disponer de ese cuerpo y de cuanto en él acontezca". La afirmación de que "la mujer tiene un cuerpo" está pulverizada por la mejor filosofía desde hace casi un siglo. Ni la mujer ni el varón tenemos cuerpo ; somos corpóreos . Hay un abismo entre ambas expresiones. El verbo tener es adecuado cuando se refiere a realidades poseíbles , es decir: objetos. Pero el cuerpo humano, el de la mujer y el del varón, no es algo poseíble, algo de lo que podamos disponer; es una vertiente de nuestro ser personal, como lo es el espíritu. Te doy la mano para saludarte y sientes en ella la vibración de mi afecto personal. Es toda mi persona la que te sale al encuentro. El hecho de que en la palma de mi mano vibre mi ser personal entero pone al trasluz que el cuerpo no es un objeto. No hay objeto, por excelente que sea, que tenga ese poder. El ministro intuyó sin duda que la frase "la mujer tiene un cuerpo" es muy endeble, no se sostiene en el estado actual de la investigación filosófica, y para dar fuerza a su argumento introdujo inmediatamente el término talismán libertad: "Hay que conceder libertad a la mujer para disponer de su cuerpo..." Sabía que, con la mera utilización de ese término supervalorado en el momento actual, millones de personas iban a replegarse tímidamente y a decirse: "No te opongas a esta proposición porque está la libertad en juego y serás a tachado de antidemócrata, de fascista, de ultra". Y así sucedió, efectivamente.

Si queremos ser de verdad libres interiormente, debemos perder el miedo al lenguaje manipulador y matizar el sentido de las palabras. El ministro no indicó a qué tipo de libertad se refería, porque la primera ley del demagogo es no matizar el lenguaje . De hecho aludía a la "libertad de maniobra", la libertad -en este caso- de maniobrar cada uno a su antojo respecto a la vida naciente: respetarla o eliminarla. La "libertad de maniobra" no es propiamente una forma de libertad; es, más bien, una condición para ser libre . Uno comienza a ser libre cuando, pudiendo elegir entre diversas posibilidades, -libertad de maniobra- opta por aquellas que le permiten desarrollar su personalidad de modo cabal -libertad creativa-. Pero una persona que utilice esa libertad de maniobra en contra del germen de vida que marcha aceleradamente hacia la plena constitución de un ser humano, ¿se orienta hacia la plenitud de su ser personal? Vivir personalmente es vivir fundando relaciones comunitarias, creando vínculos. El que rompe los vínculos fecundísimos con la vida que nace destruye de raíz su poder creador y, por tanto, bloquea su desarrollo como persona.

Todo esto se ve claramente cuando se reflexiona. Pero el demagogo, el tirano, el que desea conquistar el poder por la vía rápida de la manipulación opera con extrema celeridad para no dar tiempo a pensar y someter a reflexión detenida cada uno de los temas. Para ello no se detiene nunca a matizar los conceptos y justificar lo que afirma; lo da todo por consabido y lo expone con términos ambiguos, faltos de precisión. Ello le permite destacar en cada momento el aspecto de los conceptos que le interesa para su fines. Cuando subraya un aspecto, lo hace como si fuera el único, como si todo el alcance de un concepto se limitara a esa vertiente. De esa forma evita que las gentes a las que se dirige tengan suficientes elementos de juicio para clarificar las cuestiones por sí mismas y hacerse una idea serena y bien aquilatada de las cuestiones tratadas. Al no poder profundizar en una cuestión, el hombre está predispuesto a dejarse arrastrar. Es un árbol sin raíces que lo lleva cualquier viento, sobre todo si éste sopla a favor de las propias tendencias elementales. Para facilitar su labor de arrastre y seducción, el manipulador halaga las tendencias innatas de las gentes y se esfuerza en cegar su sentido crítico .

Toda forma de manipulación es una especie de malabarismo intelectual . Un mago, un ilusionista hace trueques sorprendentes y al parecer "mágicos" porque realiza movimientos muy rápidos que el público no percibe. El demagogo procede, asimismo, con meditada precipitación, a fin de que las multitudes no adviertan sus trucos intelectuales y acepten como posibles los escamoteos más inverosímiles de conceptos. Un manipulador proclama, por ejemplo, ante las gentes que "les ha devuelto las libertades", pero no se detiene a precisar a qué tipo de libertades se refiere: si a las libertades de maniobra que pueden llevar a experiencias de fascinación -que despeñan al hombre hacia la asfixia- o a la libertad para ser creativos y realizar experiencias de encuentro , que lleva al pleno desarrollo de la personalidad. Basta pedirle a un demagogo que matice un concepto para desvirtuar sus artes hipnotizadoras.

En verdad, tenía razón Ortega y Gasset al advertir: "¡Cuidado con los términos, que son los déspotas más duros que la Humanidad padece!". Un estudio, por somero que sea, del lenguaje nos revela que "las palabras son a menudo en la historia más poderosas que las cosas y los hechos" (M. Heidegger [3] ).

B) Los esquemas mentales

Del mal  uso de los términos se deriva una interpretación errónea de los esquemas que vertebran nuestra vida mental. Cuando pensamos, hablamos y escribimos, estamos siendo guiados por ciertos pares de términos: libertad-norma, dentro-fuera, autonomía-heteronomía ... Si pensamos que estos esquemas son dilemas , de forma que debemos escoger entre uno u otro de los términos que los constituyen, no podremos realizar en la vida ninguna actividad creativa. La creatividad es siempre dual. Si pienso que cuanto está fuera de mí es distinto, distante, externo y extraño a mí, no puedo colaborar con cuanto me rodea y anulo mi capacidad creativa en todos los órdenes.

Una alumna manifestó un día en clase lo siguiente: "En la vida hay que escoger: o somos libres o aceptamos normas; o actuamos conforme a lo que nos sale de dentro o conforme a lo que nos viene impuesto de fuera. Como yo quiero ser libre, dejo de lado las normas". Esta joven entendía el esquema libertad-norma como un dilema . En consecuencia, para ser auténtica, para actuar con libertad interior se sentía obligada a prescindir de cuanto le habían dicho de fuera acerca de normas morales, dogmas religiosos, prácticas piadosas, etc. Con ello se alejaba de la moral y la religión de sus mayores y -lo que es todavía más grave- hacía imposible toda actividad verdaderamente creativa.

He aquí el poder temible de los esquemas mentales. Si un manipulador te sugiere que para ser autónomo en tu obrar debes dejar de ser heterónomo y no aceptar norma alguna de conducta que te venga propuesta del exterior , dile que es verdad pero sólo en un caso : cuando actuamos de modo pasivo , no creativo . Tus padres te piden que hagas algo, y tú obedeces forzado. Entonces no actúas autónomamente. Pero suponte que percibes el valor de lo que se te sugiere y lo asumes como propio. Esa actuación tuya es a la vez autónoma y heterónoma , porque es creativa.

Cuando era niño, mi madre me decía: "Toma este bocadillo y dáselo al pobre que llamó a la puerta". Yo me resistía porque era un señor de barba larga y me daba miedo. Mi madre insistía: "No es un delincuente; es un necesitado. Vete y dáselo". Mi madre quería que yo me adentrara en el campo de irradiación del valor de la piedad . El valor de la piedad me venía sugerido desde fuera , pero no impuesto . Al reaccionar positivamente ante esta sugerencia de mi madre, fui asumiendo poco a poco el valor de la piedad hasta que se convirtió en una voz interior. Con ello, este valor dejó de estar fuera de mí para convertirse en el impulso interno de mi obrar. En esto consiste el proceso formativo. El educador nos adentra en el área de imantación de los grandes valores, y nosotros los vamos asumiendo como algo propio, como lo más profundo y valioso de nuestro ser.

Ahora vemos con claridad la importancia decisiva de los esquemas mentales. Un especialista en revoluciones y conquista del poder, José Stalin, afirmó lo siguiente: "De todos los monopolios de que disfruta el Estado ninguno será tan crucial como su monopolio sobre la definición de las palabras. El arma esencial para el control político será el diccionario". Nada más cierto, a condición de que veamos los términos dentro del marco dinámico de los esquemas, que son el contexto en el que juegan su papel expresivo.

C) Los planteamientos estratégicos

Con los términos del lenguaje se plantean las grandes cuestiones de la vida. Debemos tener máximo cuidado con los planteamientos. Si aceptas un planteamiento, vas a donde te lleven. Desde niños deberíamos estar acostumbrados a discernir cuándo un planteamiento es auténtico y cuándo es falso. En los últimos tiempos se están planteando mal, con el fin estratégico de dominar al pueblo, temas tan graves como el divorcio, el aborto, el amor humano, la eutanasia... Casi siempre se los plantea de forma sentimental , como si sólo se tratara de resolver problemas acuciantes de ciertas personas. Para conmover al pueblo, se aducen cifras exageradas de matrimonios rotos, de abortos clandestinos, realizados en condiciones infrahumanas... Tales cifras son un ardid del manipulador. El Dr. B. Nathanson, director de la mayor clínica abortista de Estados Unidos, manifestó que fue él y su equipo quienes inventaron la cifra de 800.000 abortos al año en su país. Y se sorprendían al ver que la opinión pública recogía el dato y lo propagaba con toda candidez. Hoy, convertido a la defensa de la vida, se siente avergonzado de tal fraude, y recomienda vivamente que no se acepten las cifras aducidas para apoyar ciertas campañas.

D) Los procedimientos estratégicos

Hay diversos medios para dominar al pueblo sin que éste se dé cuenta. Pongamos un ejemplo; en él yo no miento pero manipulo . Tres personas hablan mal de una cuarta, y yo le cuento a ésta exactamente lo que me han dicho, pero altero un poco el lenguaje. En vez de decir que tales personas en concreto han dicho esto, indico que lo dice la gente . Paso del singular al colectivo. Con ello no sólo le infundo miedo a esa persona sino angustia , que es un sentimiento mucho más difuso y penoso. El miedo es temor ante algo adverso que te hace frente de manera abierta y te permite tomar medidas. La angustia es un miedo envolvente . No sabes a dónde acudir. ¿Dónde está la gente que te ataca con su maledicencia? La gente es una realidad anónima, envolvente, a modo de niebla que te bloquea. Te sientes angustiado.

Tal angustia es provocada por el fenómeno sociológico del rumor , que suele ser tan poderoso como cobarde debido a su anonimato. " Se dice que tal ministro realizó una evasión de capitales". ¿Quién lo dice? La gente , es decir, nadie concreto y potencialmente todos.

Otra forma oblicua, sesgada, subrepticia, de vencer al pueblo sin preocuparse de convencerlo es la de repetir una vez y otra, a través de los medios de comunicación, ideas o imágenes cargadas de intención ideológica. No se entra en cuestión, no se demuestra nada, no se va al fondo de los problemas. Sencillamente se lanzan proclamas, se hacen afirmaciones contundentes, se propagan eslóganes a modo de sentencias cargadas de sabiduría. Este bombardeo diario configura la opinión pública, porque la gente acaba tomando lo que se afirma como lo que todos piensan , como aquello de que todos hablan , como lo que se lleva, lo actual , lo normal , lo que hace norma y se impone .

Actualmente, la fuerza del número es determinante, ya que lo decisivo se resuelve mediante el número de votos. El número es algo cuantitativo, no cualitativo. De ahí la tendencia a igualar a todos los ciudadanos, para que nadie tenga poder directivo de orden espiritual y la opinión pública pueda ser modelada impunemente por quienes dominan los medios de comunicación multitudinarios. Una de las metas del demagogo es anular, de una forma u otra, a quienes pueden descubrir sus trampas, sus trucos de ilusionista.

La redundancia desinformativa tiene un poder insospechado de crear opinión, hacer ambiente, fundar un clima propicio a toda clase de errores. Basta establecer un clima de superficialidad en el tratamiento de los temas básicos de la vida para hacer posible la difusión de todo tipo de falsedades. Según Anatole France, "una necedad repetida por muchas bocas no deja de ser una necedad". Ciertamente, mil mentiras no hacen una sola verdad. Pero una mentira o una media verdad repetida por un medio poderoso de comunicación se convierte en una verdad de hecho , incontrovertida; viene a constituir una "creencia", en el sentido orteguiano de algo intocable, de suelo en que se asienta la vida intelectual del hombre y que no cabe discutir sin exponerse al riesgo de quedar descalificado. A formar este tipo de "creencias" tiende la propaganda manipuladora con vistas a tener un control soterrado de la mente, la voluntad y el sentimiento de la mayoría.

El gran teórico de la comunicación MacLuhan acuñó la expresión de que "el medio es el mensaje": no se dice algo porque sea verdad; se toma como verdad porque se dice. La televisión, la radio, la letra impresa, los espectáculos de diverso orden tienen un inmenso prestigio para quien los ve como una realidad prestigiosa que se impone desde un lugar para uno inaccesible. El que está al corriente de lo que pasa entre bastidores tiene algún poder de discernimiento. Pero el gran público permanece fuera de los centros que irradian los mensajes. Es insospechable el poder que implica la posibilidad de hacerse presente en los rincones más apartados y penetrar en los hogares y hablar a multitud de personas al oído, sin levantar la voz, de modo sugerente.

Antídoto contra la manipulación

La práctica de la manipulación altera la salud espiritual de personas y grupos. ¿Poseen éstos defensas naturales contra ese virus invasor? ¿Cabe poner en juego un antídoto contra la manipulación demagógica?

Actualmente, es imposible de hecho reducir el alcance de los medios de comunicación o someterlos a un control eficaz de calidad. No hay más defensa fiable que una debida preparación por parte de cada ciudadano. Tal preparación abarca tres puntos básicos:

1) Estar alerta , conocer en pormenor los ardides de la manipulación.

2) Pensar con rigor , saber utilizar el lenguaje con precisión, plantear bien las cuestiones, desarrollarlas con lógica, no cometer saltos en el vacío. Pensar con rigor es un arte que debemos cultivar. El que piensa con rigor es difícilmente manipulable. Un pueblo que no cultive el arte de pensar con la debida precisión está en manos de los manipuladores.

3)Vivir creativamente. Lo más valioso de la vida sólo se lo aprende de verdad cuando se lo vive. Si tú, por ejemplo, prometes crear un hogar con otra persona y eres fiel a esa promesa, vas aprendiendo día a día que ser fiel no se reduce a tener aguante . Aguantar es la tarea de muros y columnas. El hombre está llamado a algo más alto, a ser creativo, es decir: a ir creando en cada momento lo que prometió crear. La fidelidad tiene un carácter creativo . Cuando el manipulador de turno te diga al oído: "No aguantes, búscate satisfacciones fuera del matrimonio, que eso es lo imaginativo y creador", sabrás contestar adecuadamente: "Amigo, yo no intento aguantar, sino ser fiel, que es bien distinto". Lo dirás porque sabrás por dentro lo que es e implica la virtud de la fidelidad.

La movilización de un contraantídoto: la confusión de vértigo y éxtasis

Si tomamos estas tres medidas, seremos libres a pesar de la manipulación. Pero aquí surge un grave peligro: quienes desean dominarnos están poniendo en juego un contraantídoto, que consiste en confundir dos grandes procesos de nuestra vida: el de vértigo y el de éxtasis . Si caemos en esta trampa, perderemos definitivamente la libertad.

El vértigo es un proceso espiritual que comienza con la adopción de una actitud egoísta. Si soy egoísta en la vida, tiendo a considerarme como el centro del universo y a tomar cuanto me rodea como medio para mis fines. Cuando me encuentre con una realidad -por ejemplo, una persona- que me atrae porque puede saciar mis apetencias, me dejaré fascinar por ella. Dejarse fascinar por una persona significa dejarse arrastrar por la voluntad de dominarla para ponerla a mi servicio. Cuando estoy en camino de dominar aquello que enardece mis instintos, siento euforia , exaltación interior. Me parece que voy a adquirir una rápida y conmovedora plenitud personal. Pero esa conmoción eufórica degenera inmediatamente en decepción , porque, al tomar una realidad como objeto de dominio, no puedo encontrarme con ella, y no me desarrollo como persona. Recordemos que el hombre es un ser que se constituye y desarrolla a través del encuentro. Esa decepción profunda me produce tristeza . La tristeza acompaña siempre a la conciencia de no estar en camino de desarrollo como persona. Esa tristeza, cuando se repite una y otra vez, se hace envolvente, asfixiante, angustiosa. Me veo vaciado de cuanto necesito para ser plenamente hombre. Al asomarme a ese vacío, siento vértigo espiritual, angustia .

Si el sentimiento de angustia es irreversible porque no soy capaz de cambiar mi actitud básica de egoísmo, la angustia da lugar a la desesperación : la conciencia lúcida y amarga de que tengo todas las salidas cerradas hacia mi realización personal.

Un joven estudiante se esforzó un día en convencer a una amiga drogadicta de que se estaba destruyendo. Ésta le interrumpió y le dijo con desaliento: "No te canses. Sé perfectamente que estoy bordeando el abismo. Lo que pasa es que no puedo volver atrás, que es bien distinto". Esta conciencia de no tener salida es la desesperación .

La desesperación lleva rápidamente a la destrucción , la propia o la ajena, la física o la moral.

(Digamos entre paréntesis que este proceso se refiere a quienes en perfecto estado de salud se entregan al afán de poseer lo que encandila las propias apetencias, no a quienes sufren algún tipo de depresión por causas fisiológicas.)

Sobrevolemos lo dicho. El vértigo no te exige nada al principio, te lo promete todo y te lo quita todo al final. El vértigo te llena de ilusiones y acaba convirtiéndose en un iluso .

Veamos ahora el proceso opuesto: el de éxtasis o creatividad. Si no soy egoísta, sino generoso , no reduzco cuanto me rodea a medio para mis fines. Yo soy un centro de iniciativa, pero tú también. Por eso te respeto en lo que eres y en lo que estas llamado a ser. Este respeto me lleva a colaborar contigo, no a dominarte. Colaborar es entreverar mis posibilidades con las tuyas. Y este entreveramiento es el encuentro . Al encontrarme, me desarrollo como persona y siento alegría . Esta alegría, en su grado máximo, se llama entusiasmo . A mí me entusiasma encontrarme con realidades que me ofrecen tantas posibilidades de actuar creativamente que me elevan a lo mejor de mí mismo. Esa elevación es el éxtasis . Cuando me siento cercano a la realización de mi vocación más profunda, experimento una gran felicidad interior Esta felicidad me lleva a la edificación  de mi personalidad, de la mía y de la de quienes se han encontrado conmigo. He aquí un dato decisivo: El proceso de éxtasis o encuentro crea vida de comunidad. El proceso de vértigo la destruye.

El éxtasis es un proceso espiritual que al principio te lo exige todo, te lo promete todo y te lo da todo al final. ¿Qué es lo que exige al principio? Generosidad . No encontrarás ni una sola acción que sea creativa en deporte, en vida de relación, en vida estética o religiosa que no lleve en su base alguna dosis de generosidad. Si eres egoísta en la práctica del deporte, reducirás tu juego a mera competición , que es una de las formas del vértigo de la ambición. Tomarás a los compañeros de juego como medios para tus fines. No fundarás unidad sino disensión, y engendrarás violencia.

Están a la vista las consecuencias del vértigo y el éxtasis:

•El vértigo anula poco a poco la creatividad humana -porque imposibilita el encuentro, y toda forma de creatividad se da en el hombre a través de la fundación de modos diversos de encuentro-, amengua al máximo la sensibilidad para los grandes valores, hace imposible la fundación de modos elevados de unidad.

•El éxtasis, por el contrario, incrementa la creatividad, la sensibilidad para los grandes valores, la capacidad do unirse de forma sólida y fecunda con las realidades del entorno.

Ahora podemos responder lúcidamente a la pregunta que dejamos antes pendiente. Decíamos que el tirano domina a los pueblos reduciendo las comunidades a meras masas . Lo hace amenguando la capacidad creadora de  cada una de las personas que constituyen tales comunidades. Este empobrecimiento de las personas se consigue orientándolas hacia las diversas formas de vértigo no hacia las de éxtasis. Para ello el demagogo manipulador confunde ambas formas de experiencia, y dice a las gentes, sobre todo a los jóvenes: "Os concedo todo tipo de libertades para realizar experiencias exaltantes de vértigo. Esa exaltación es la verdadera forma de entusiasmo , y conduce a la felicidad y la plenitud".

Si caemos en esta trampa artera, no tenemos futuro como personas. Vértigo y éxtasis son polarmente opuestos en su origen -que es la actitud de egoísmo, por una parte, y de generosidad, por otra- y son diversos en sus fines: El vértigo tiende al ideal del dominio y el disfrute; el éxtasis se orienta al ideal de la unidad y la solidaridad. Confundir ambos tipos de experiencias significa proyectar el prestigio secular de las experiencias que los griegos denominaban "éxtasis" -elevación a lo mejor de uno mismo- sobre las experiencias de vértigo y dar una aparente justificación a las prácticas que conducen al hombre a formas de exaltación aniquiladora.

Nuestra voluntad de supervivencia como seres personales nos lleva a preguntar si hay un antídoto contra la confusión de vértigo y éxtasis. Por fortuna, lo hay, y se basa en la convicción de que el ideal lo decide todo en nuestra vida . Somos seres dinámicos, debemos configurar nuestra vida conforme a un ideal; tenemos libertad para tomar un ideal u otro como meta de la existencia, impulso y sentido de nuestro obrar, pero no podemos evitar que el ideal del egoísmo y el dominio nos exalte primero y nos destruya al final, y que el ideal de la generosidad y la unidad nos exija al principio un gran desprendimiento y nos dé al final la plenitud. El hecho de orientar la vida hacia este ideal plenificante nos impulsa a elegir en cada momento lo más adecuado a nuestro verdadero ser. Esta libertad interior nos inmuniza en buena medida contra la manipulación.

La configuración de un Nuevo Humanismo

Una vez que recuperemos el lenguaje secuestrado por los manipuladores y ganemos libertad interior, podemos abordar con garantía de éxito la gran tarea que tiene ante sí la Humanidad actual: dar vida a una nueva forma que asuma los mejores logros de la Edad Moderna y supere sus deficiencias, las que provocaron dos hecatombes mundiales . Esta tarea, que en lenguaje religioso se está llamando "reevangelización", sólo podrá llevarse a cabo si vamos a la raíz de nuestro obrar. La raíz es el ideal que nos mueve.

Desde el período de entreguerras se pide en Europa un cambio en el estilo de pensar, de sentir y actuar. Ese cambio no se ha realizado. De ahí el desconcierto y la apatía de la sociedad contemporánea. Es hora de abandonar la indecisión y poner las bases de una concepción de la vida aquilatada, más ajustada a la condición verdadera del ser humano. Ello requiere tener la valentía de optar por el ideal de la generosidad, la unidad, la solidaridad. Ese ideal -y la cultura a él correspondiente- tiene una antigua y prestigiosa tradición en Europa, pero, frente a la época anteriores a la nuestra, se nos presenta como algo novedoso. Si lo asumimos animosamente, sin restricción alguna, veremos nuestra vida colmada de alegría, pues, como bien decía el gran Bergson, "la alegría anuncia siempre que la vida ha triunfado" [4] . Y no hay mayor triunfo que el crear modos auténticos de unión personal.

Que esta tarea creativa se lleve a cabo en la sociedad actual depende en buena medida de los medios de comunicación. Un día y otro, con el poder de persuasión que ejerce la insistencia, los "medios" abren ante el hombre actual dos vías opuestas: la vía de la creatividad y la edificación cabal de la personalidad, y la vía de la fascinación y el desmoronamiento de la vida personal. Cuando se habla de manipulación, se alude a una forma de abuso de los medios de comunicación que tiende a encaminar a las gentes por una vía destructiva.

Cabe, sin embargo, otra forma de uso que asuma todas las posibilidades de tales medios y les confiera una honda nobleza y una gran fecundidad. Sólo cuando las gentes se orienten por esta vía tendrán garantizada su libertad en el seno de los regímenes democráticos, que -bien está recordarlo- no generan libertad interior automáticamente.

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[1] Este trabajo servirá de Introducción a un curso que el autor va dar en breve en el Internet del Vaticano (Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales) con ese mismo título.

[2] Sobre este concepto de "ideología" puede verse mi trabajo "Conocer, sentir, querer. A propósito del tema de las ideologías", en Hacia un estilo de pensar I. Estética . Editora Nacional, Madrid 1967, págs. 39-96.

[3] Cf. Nietzsche I , Neske, Pfullingen 1961, p. 400.

[4] Cf. L'energie spirituelle , PUF, París 32 1944, p. 23.

 

 

EL CINE Y LA ENSEÑANZA

 EL CINE Y LA ENSEÑANZA

MINEDUC CHILE

Las definiciones del cine evocan de forma recurrente otras artes: Lindsay, en 1915, lo asoció a la escultura, a la pintura y a la arquitectura; el cine para Abel Gance es una fábrica de sueños y caracteriza el tiempo actual, que cree que es el tiempo de la imagen; Survage yFaure establecían vínculos con las artes del pasado planteando a un tiempo diferencias cruciales: El cine era pintura, pero en movimiento, o música, pero de luz y no de notas esta vez. El denominador común era, para todos ellos, la idea de que el cine era un arte. Así pues, Rudolf Arnheim en 1933, expresó su asombro ante el hecho de que el cine no hubiese sido recibido con los brazos abiertos por los amantes del arte. El cine escribió es: el arte por excelencia. Su única pretensión ha sido entretener y distraer; ha vencido a las artes anteriores en cuanto belleza se trata.

Ya en 1916, un manifiesto futurista de Marinetti, reclamaba el reconocimiento del cine como arte autónomo que en ningún caso debe copiar al teatro. En el cine puro, el ideal, era, en palabras de Léger desprenderse de los elementos que no sean puramente cinematográficos. Otra forma de expresar  este deseo fue la fotogenia, que Delluc, considera la esencia del cine y a la que Epstein, en su libro sobre el cinematógrafo de 1985, se refería como la expresión más pura del cine. Con la noción de fotogenia nació la idea del arte cinematográfico. Para definir esa indefinible fotogenia, nada mejor que decir que es al cine lo que el color a la pintura y el volumen a la escultura, el elemento específico de este arte. En otro lugar, Epstein señaló a la fotogenia como cualquier aspecto de las cosas, seres o almas cuyo carácter moral se ve amplificado por la reproducción fílmica. La fotogenia era, pues esa inefable quintaesencia que diferenciaba a la magia del cine del resto de las artes. Dulac en 1927 invocó la analogía musical de una sinfonía visual. El movimiento y el ritmo, para Dulac, constituían la esencia única e íntima de la expresión cinematográfica.

Para Abel Gance el cine es una fábrica de sueños y caracteriza el tiempo actual que cree que es el tiempo de la imagen. El cine, para Gance, dotaría a los seres humanos de una nueva conciencia sinestésica: los espectadores oirán con sus ojos. Anticipando la visión epifánica del cine de Bazin, Delluc en 1985, veía en el cine, y especialmente en el primer plano, el medio que nos ofrece impresiones de una belleza eterna y evanescente algo que está más allá del arte, esto es, la propia vida. En una especie de íconofilia trascendental, se consideraba que el cine ofrecía la vida tal cual es, presente e inmediata como la sentimos.

Jean Epstein en 1923, da la máxima importancia al primer plano en el que se alcanza la máxima movilidad, emociones más intensas, máxima expresividad y donde el director concentra la atención del espectador y lo margina de cualquier otro aspecto narrativo.

 

LA IMAGEN CINEMATOGRÀFICA

La imagen de cine tiene un punto de partida. Podríamos agrupar este nacimiento en una tríada: imagen-movimiento-sonido. Desde este manojo de cartas inicial, el arte cinematográfico se permite articular un sentido.

La imagen y su funcionamiento como sistema de representación

Cuando termina una función y se encienden las luces de la sala, la infinidad de paisajes que han desfilado ante nuestros ojos, todos los autos que han surcado la retina y los cuerpos que han danzado en las imágenes, se reducen a un rectángulo blanco de dos dimensiones. Y en sentido estricto, mientras la película se desenvuelve, el cine nunca abandona ese cerco.

El cuadro es el límite material de lo representado en la pantalla (ilusión de movimiento e ilusión de profundidad). Esta impresión de realidad nos acerca a un mundo verosímil, impulsados por esta aura ilusoria tendemos a proyectarnos fuera de campo.

Caemos seducidos por esta impresión de realidad que se manifiesta en la ilusión de movimiento y en la ilusión de profundidad. Es el triunfo del cine: con esta impresión de realidad nos acerca a un mundo verosímil Y nosotros, impulsados por esta aura ilusoria, tendemos a proyectarnos fuera de campo.

Desde aquí en adelante tendremos claro lo siguiente: reaccionamos ante la imagen fílmica como ante la representación realista de un espacio imaginario que nos parece percibir. Como la imagen está limitada en su extensión por el cuadro, apreciamos sólo una zona de ese espacio.

Esta porción de espacio imaginario contenida en el interior del cuadro es lo que se conoce como campo (Espacio In). Cuando vemos una película tenemos la idea de que hay un espacio más amplio, más allá de los límites. Percibimos un espacio invisible que prolonga lo visible y que se denomina fuera de campo (Espacio Off).

Podríamos entender este concepto como el conjunto de elementos (objetos, personajes, decorados) que aun no estando incluidos en el campo, le son asignados imaginariamente por el espectador.

Los cineastas saben que esta tensión entre campo y fuera de campo es parte esencial del espacio fílmico. Es lo que se denomina dialéctica de los espacios. Así, en el campo vemos de pronto el rostro tenso de una joven que mira más allá del cuadro.  

El poder del fuera de campo: ella ve el rostro que a nosotros se nos oculta. Gracias a su mirada, el espacio de la imagen se amplía más allá del cuadro. Marnie (1964) de Alfred Hitchcock

El fin de la proyección. Nos levantamos de las butacas con los ojos vidriosos, tanteando en la semipenumbra hasta hallar la puerta de salida. El teórico Roland Barthes solía decir que el cine comienza en ese primer paso que se da a la calle, cuando, al ritmo de nuestra caminata, las imágenes arrecian en la mente y algo en nosotros nos pide decantar la experiencia en una reflexión íntima o en una conversación compartida. Esta puede ser la primera lección pedagógica. La película no es la clase, es su punto de partida.
Nos preguntábamos en la presentación en qué medida el cine puede apoyar la enseñanza. Es indudable que este texto por sí solo no abarca la respuesta. En este sitio de la Internet hemos conocido aspectos específicos y generales del lenguaje cinematográfico. De alguna manera, le hemos puesto nombre a aquello que vemos. Este espacio es un complemento de otras instancias: los Talleres de Apreciación Cinematográfica para Profesores y los Cine Clubes Escolares. Allí, en el ejercicio práctico, estos conocimientos específicos del lenguaje cinematográfico asumen otros ropajes: todo eso que llamamos metodología, aporte cultural, objetivos transversales y desarrollo de habilidades. 

Aun así, podríamos insistir; ¿cuál es el aporte original del arte cinematográfico a la enseñanza? La experiencia fílmica suele estar asociada al hemisferio derecho de nuestro cerebro, esa zona muda, territorio de las emociones, de la imaginación y de la aprehensión espacial. Numerosos estudios (mencionemos La virtualidad educativa del cine, de la investigadora española Carmen Urpi Guercia) han sugerido que el cine no sólo activa esta porción fundamental del ser humano, sino que incide en el desarrollo de las capacidades de lenguaje, abstracción y reflexión, asociadas al hemisferio izquierdo. Es en este lazo integral que el cine se torna decisivo para la experiencia educativa.

Tanto en este sitio web, como en las Fichas y Guías de Trabajo de los Cine Clubes Escolares, hemos dividido los aportes del cine a la enseñanza en tres áreas integrales: 

El cine y la educación de la sensibilidad. 
El desarrollo de las sensaciones y de la percepción; el aprendizaje del tiempo y del espacio vitales a través de la imagen fílmica; sentimientos asociados a la forma expresiva del cine. Los profesores de Ciencias y Artes tendrán mayor afinidad con esta área.

Cine, narrativa e imaginación.
La fabulación como transformación de la realidad; la importancia del relato y de las historias en el desarrollo integral; la ficción como experiencia: identificación, imitación y representación; catarsis o aprendizaje por conmoción de los sentimientos. Esta área es beneficiosa para asignaturas de Lenguaje y Comunicación, Historia e Idiomas.

Desenlace ético de la experiencia fílmica
Autoconciencia o reconocimiento de la identidad personal; Implicación, distancia, debate y desarrollo de la capacidad crítica; reflexión, memoria y comprensión. Esta área es patrimonio de todas las asignaturas, en especial de Filosofía.
La experiencia fílmica como forma de enseñanza enlaza las capacidades sensitivas y reflexivas del estudiante, pero además es de utilidad para los docentes en su aspiración de que los diversos conocimientos sean aprehendidos en el aula. Como ha señalado el cineasta y docente Rafael C. Sánchez en su libro “La Clave Secreta de la Educación y la Enseñanza” (Eds. Instituto de Estética de la Pontificia Universidad Católica de Chile), el uso del material audiovisual despeja el camino ante la morosidad de los conceptos y el estudiante consuma una imagen interior, esa que permite el maravilloso suceso del aprendizaje: cuando hacemos nuestro el conocimiento al fundirlo con la historia personal. 
Por último, casi en los bordes de la cinta, lo que queda para el futuro de la enseñanza es el presente. El presente es el pulso de las presencias. En estos tiempos, niños, niñas y jóvenes se desenvuelven en un mundo de presencias que son imágenes. Pero estas imágenes esconden una paradoja. Son tantas que son ninguna. Llenan nuestros horizontes de intensidades efímeras, se desvanecen con rapidez. 
La presencia de imágenes se transforma en ausencia porque no tenemos seres humanos que las valoren, recuerden, critiquen o cambien. Esta iniciativa inédita sobre la aplicación del cine en la enseñanza, busca que nuestros docentes y estudiantes asuman una actitud ante las imágenes. Actitud que pasa por una distancia crítica, un compromiso sensible y una reflexión atenta. Se busca -aunque suene complejo- sentir y pensar la imagen. Conocer el lenguaje del cine es un primer paso para debatir sobre el audiovisual y la enseñanza.
La defensa de la autonomía del cine no es una postura conservadora, sino una combinación de necesidad y lucidez. Necesidad: marcar la diferencia con respecto a otros soportes, medios y lenguajes masivos, como la televisión, la publicidad, el video-clip o internet. Lucidez: reconocer que todos esos medios y tecnologías, esas otras imágenes, alimentan la imagen de mundo de la cual el cine forma parte. Es una relación a la vez tensa y fecunda.

Desde estas tecnologías -con ellas y a pesar de ellas-, el ser humano sigue creando metáforas, construyendo imaginarios o visiones de mundo que escenifican los deseos, anhelos y desencantos de una humanidad siempre necesitada de sueños. No debemos temer tanto al bombardeo de imágenes como a nuestra indiferencia ante ellas. Y sobre todo, tenemos que combatir nuestro mayor temor. Ese miedo que nos dice que, a fuerza de ver el mundo, hemos terminado por perderlo de vista.

SISTEMAS DE NARRACIÓN EN EL CINE

Este apartado contará con la complicidad de los profesores de Lenguaje y Comunicación.

Primero hay que apuntar que lo narrativo es por definición extra cinematográfico: concierne tanto al teatro como a la novela. Los sistemas de narración se elaboraron fuera del cine, mucho antes de su aparición. Estos sistemas remiten a tres características fundamentales:

1. Combinan, en proporciones variables, micro conjuntos que son luchas y desafíos

Reducido a una textura elemental, un relato obedece al esquema siguiente:

                     Sea una fuerza X, choca con otra fuerza Y; X e Y luchan, y uno de los términos triunfa sobre el otro. Esta es la primera hipótesis, la de lucha.

                     Puede ocurrir que X no esté en presencia de un obstáculo, sino de una laguna que hay que llenar: se trata entonces de un desafío.

2. Se inscriben en una temporalidad orientada, y se encuentran entre un principio y un fin

Entre la presencia de la oposición o de la laguna, y su resolución, se produce un cambio. Transcurre un lapso. La modificación se inscribe entre dos topes, que son el origen y el fin. Esta característica, común a las diversas clases de relatos, se duplica por los límites propios del cine. Un lector puede abrir un libro donde quiera, y acelerar o hacer más lenta la lectura. Un espectador de cine toma un rollo al principio, y no tiene ninguna manera de cambiar la velocidad de desarrollo, puesto que la menor modificación de ritmo y sonido daría, de hecho, otro filme. La temporalidad mensurable de la proyección se refuerza y hace más punzante la temporalidad ficticia del relato.

3. Ponen en escena personajes identificables

Las fuerzas enfrentadas a veces son grupos o vastas comunidades. La mayoría de las veces toman la apariencia de individuos reconocibles. Sobre esto, cabe preguntarse: las estrellas de cine, ¿han obligado a los directores a centrar sus relatos en los "héroes", o bien la necesidad de ofrecer desde el inicio de una proyección las fuerzas principales, ha obligado a retomar de una película a otra a los mismos actores, fáciles de identificar, fundando así el "estrellato"? No podemos responder de inmediato, pero nos quedamos con un aspecto: ficción y estrellas están estrechamente ligadas.

En el cine, estos sistemas narrativos adquieren una fisonomía peculiar, en consonancia con una imagen que les inspira o subyace. Habría que comenzar por distinguir tres instancias que a menudo se confunden entre sí. ¿Se ha dado cuenta, amable lector, que solemos incluir en la misma definición términos que son diferentes? Hablamos de historia, relato y narración como si se trataran de lo mismo. Y aunque las ideas en torno a estas palabras varían según el análisis, para nuestro singular viaje dejaremos algunas cosas en claro. La historia es el contenido narrativo del film, o en otras palabras, una serie cronológica de acontecimientos relatados.

El relato

El relato es la manera de contar estos acontecimientos. Tiene que ver con la expresión modal, con la materialidad que ya hemos visto en las páginas precedentes.

En el cine moderno existen variantes en la forma en que el relato presenta la historia. Desde luego, la más cotidiana es cronológica. Pero hay otros modos. Por ejemplo, de manera a-cronológica (se altera el orden de los acontecimientos relatados, por obra del montaje) como se presenta desde El Ciudadano Kane (1941) de Orson Welles, hasta Pulp Fiction (1994) de Q. Tarantino. Otra forma es el final suspendido o tornillo sin fin: un relato que deja abierta la resolución, como ocurre con Los 400 golpes (1959) de F. Truffaut. Aún hay más. Tenemos el relato en abismo, que presenta una historia dentro de otra, como ocurre en Ocho y medio de F. Fellini.

 

LA NARRACIÓN

La narración es el acto de armar un texto narrativo. El Gran Imaginador o Narrador en una película es antes que nada el autor del filme, su director. A él le corresponde escoger un tipo de encadenamiento narrativo, una planificación, un montaje determinado. El director desplaza la cámara para narrarnos algo que desea. Pero no nos confundamos. Dentro de la película, dentro del mundo construido por la ficción (aquello que llamamosdiégesis), la narración puede estar a cargo de uno o más personajes o de una voz en off.

Es importante detenerse en un aspecto. La narrativa literaria cuenta con diversas voces o puntos de vista del narrador. Es lo que conocemos como narrador omnisciente, en segunda persona o en primera persona, entre otros. El cine dialoga con estos modos, a veces imitando, a veces rompiendo las convenciones.

Así, mediante el uso de la palabra, la película puede ser conducida por la voz de un narrador omnisciente, en segunda o primera persona. Pero el cine cuenta con otros instrumentos para evocar un punto de vista: la cámara objetiva y la cámara subjetiva. La primera corresponde al punto de vista normal del relato. Se nos muestra a los diversos personajes y situaciones. La cámara subjetiva asume la mirada (punto de vista) de algún personaje. Es muy utilizada en las películas de terror: vemos a través de los ojos del asesino sin que se nos revele su rostro. La particularidad de la cámara subjetiva es que nosotros como espectadores asumimos el punto de vista del personaje.

Una película reciente que ilustra diversas dotes narrativas es Belleza Americana. Allí, el personaje de Kevin Spacey narra en primera persona (en off), pero tiene rasgos omniscientes pues está...muerto. Además, hay un punto de vista subjetivo representado por la cámara del joven y por los sueños del personaje de Spacey.

Nos ha parecido interesante mencionar estas características para fomentar una discusión constructiva acerca de las diferencias y similitudes que se establecen entre literatura y cine. Los docentes de Lenguaje y Comunicación pueden replicar este debate con una serie de ejercicios consignados en las actividades.

¿Cómo vamos? Hasta aquí hemos distinguido historia, relato, narración y el punto de vista narrativo. Cuando vamos al cine, tendemos a descifrar o comprender la historia, el contenido. A veces soslayamos la forma en que esa historia nos fue contada, es decir, el relato. Ya Aristóteles decía que todas las historias han sido contadas, de modo que lo importante es la forma en que son contadas.

En Annie Hall (1977), Woody Allen aborda temáticas que no parecen demasiado originales: las penurias amorosas, la frustración creativa, las dudas existenciales. Es el modo en que estas ideas se presentan, la forma en que afloran como historia, en pocas palabras, la calidad del relato, lo que distingue a este filme.

La película se prodiga en saltos temporales (racontos, flash-back) o en personajes hablándole al espectador (a la cámara). En un momento la pantalla se divide en dos para mostrarnos las contradicciones de la pareja protagonista ante un mismo hecho. Todos estos alardes formales, transforman a esta historia en un relato único, fiel reflejo de la personalidad inquieta e inacabada del propio Woody Allen.

Para conseguir un abrazo eficaz entre historia y relato, el director de cine se vale del guión. Habitualmente se cree que el guión es la suma de diálogos de una película. Lo que dicen los personajes. Si sólo se tratase de esto, ¿dónde estarían las diferencias con la literatura o el teatro? El guión es la descripción de la historia en el orden del relato, siempre pensando en que será una imagen la que portará la narración.

Por eso el guión de cine tiene diversas fases, no siempre en este orden: un argumento (o idea central), la redacción de la escaleta de escenas o sinospis, el desarrollo de personajes y ambientes, la creación de un storyboard (presentación visual de un guión, plano por plano, generalmente en dibujo), en fin. Por un lado tenemos un guión literario con los diálogos y parlamentos. Paralelamente, un guión técnico que detalla los aspectos de lenguaje cinematográfico: los planos requeridos para un diálogo, la iluminación, decorado y los movimientos de cámara para tal escena dramática.

Esta relación entre relato (forma) e historia (contenido) es la que articula la presencia del guión, siempre –no lo olvidemos- con miras a la imagen y el sonido. Algunos cineastas, como el chileno Raúl Ruiz, desarrollan –improvisan, incluso- el guión durante el proceso de filmación. Otros, como Alfred Hitchcock, planifican cada escena en el guión y sólo entonces proceden a filmar. Diferentes caminos para una misma devoción: la imagen como dote narrativa.