lunes, 10 de enero de 2022

BUSCAR LA VERDAD

BUSCAR LA VERDAD

 http://arvo.net/relativismo/1-buscar-la-verdad/gmx-niv847-con12377.htm

De pequeña me decían: ¿Por qué no vas a jugar en vez de hacer preguntas más grandes que tú? Pero yo quería la verdad. Quería la verdad de mi vida y en mi vida. Quería una verdad que me hiciese comprender también la verdad de todas las demás vidas. Después, cuando crecí, me dijeron que la verdad no existía o, mejor dicho, que existían tantas como hombres hay en el mundo, y que buscar la verdad era una pretensión infantil, ingenua e inútil (Susanna Tamaro).

 Por J.R. Ayllón

 La duda, la opinión y la certeza

 ¿Qué hace bueno el diagnóstico de un médico? ¿Qué hace buenas la decisión de un árbitro y la sentencia de un juez? Sólo esto: la verdad. Por eso, una vida digna sólo se puede sostener sobre el respeto a la verdad. Pero conocer la verdad no es fácil. De hecho, la credibilidad que otorgamos a nuestros propios conocimientos admite tres grados: la duda, la opinión y la certeza. En la duda fluctuamos entre la afirmación y la negación de una determinada proposición. Por encima de la duda está la opinión: adhesión a una proposición sin excluir la posibilidad de que sea falsa. El hombre se ve obligado a opinar porque la limitación de su conocimiento le impide alcanzar a menudo la certeza: puede llover o no llover, puedo morir antes o después de cumplir setenta años. La libertad humana es otro claro factor de incertidumbre: hablar sobre la configuración futura de la sociedad o de nuestra propia vida, es entrar de lleno en el terreno de lo opinable. Lo cual no significa que todas las opiniones valgan lo mismo. Si así fuera, se ha dicho maliciosamente que habría que tener muy en cuenta la opinión de los tontos, pues son mayoría. Séneca aconsejaba que las opiniones no debían ser contadas sino pesadas.

 Llamamos escéptico al que niega toda posibilidad de ir más allá de la opinión. Por tanto, el escepticismo es la postura que niega la capacidad humana para alcanzar la verdad. La palabra procede del griego sképtomai, que significa examinar, observar detenidamente, indagar. En sentido filosófico, escepticismo es la actitud del que reflexiona y concluye que nada se puede afirmar con certeza, por lo que más vale refugiarse en la abstención de todo juicio. Por fortuna, no todo es opinable. Lo que se conoce de forma inequívoca no es opinable sino cierto. Y no se debe tomar lo cierto como opinable, ni viceversa: no puedes opinar que la Tierra es mayor que la Luna, ni asegurar con certeza que la república es la mejor forma de gobierno.

 La certeza se fundamenta en la evidencia, y la evidencia no es otra cosa que la presencia patente de la realidad. La evidencia es mediata cuando no se da en la conclusión sino en los pasos que conducen a ella: no conozco a los padres de Antonio, pero la existencia de Antonio evidencia la de sus padres, la hace necesaria. La existencia de Antonio, al que veo todos los días, es para mí una certeza inmediata; la existencia actual o pasada de sus padres, a los que nunca he visto, también me resulta evidente, pero con una evidencia no directa sino mediata, que me viene por medio de su hijo.

 La condición limitada del hombre hace que la mayoría de sus conocimientos no se realicen de forma inmediata. Son pocos los hombres que han visto las moléculas, los fondos marinos, la estratosfera o Madagascar. La mayoría de los hombres tampoco han visto jamás, ni verán nunca, a Julio César o a Carlomagno. Sin embargo, conocen con certeza la existencia de esas y otras muchas personas y realidades. Su certeza se apoya en un tipo de evidencia mediata: la proporcionada por un conjunto unánime de testigos. En un caso, la comunidad científica; en otro, las imágenes de todos los medios de comunicación; y si se trata de hechos o personajes del pasado, los testimonios elocuentes de la historia y de la arqueología.

 Estas evidencias mediatas se apoyan no en propios razonamientos sino en segundas o terceras personas. Si no admitiéramos su valor, si no creyéramos a nadie, nuestros padres no podrían educarnos, la ciencia no progresaría, no existiría la enseñanza, leer no tendría sentido... Es decir, si sólo concediésemos valor a lo conocido por uno mismo, la vida social, además de estar integrada por individuos ignorantes, sería imposible. Por tanto, es necesario y razonable dar crédito, creer.

 ¿Puede tener certeza quien cree? Sabemos que la certeza nace de la evidencia. ¿Qué evidencia se le ofrece al que cree? Sólo una: la de la credibilidad del testigo. El que no ha estado en América cree en los que sí han estado y atestiguan su existencia. El que nunca ha visto a Hitler cree a los que sí lo vieron. Y antes que Hitler, Napoleón, el Cid o Nerón. En todos estos casos es evidente la credibilidad de los testigos. Y entre esos casos debemos incluir los que dan origen a algunas creencias religiosas. Por eso, la fe -creer el testimonio de alguien- es una exigencia racional, y su exclusión es una reducción arbitraria de las posibilidades humanas. 

La inclinación subjetiva

 Si la verdad es la adecuación entre el entendimiento y la realidad, depende más de lo que son las cosas que del sujeto que las conoce. Ese sentido tienen los versos de Antonio Machado:

 ¿Tu verdad? No, la Verdad,

y ven conmigo a buscarla.

La tuya, guárdatela. 

Es el sujeto quien debe adaptarse a la realidad, reconociéndola como es, de forma parecida a como el guante se adapta a la mano. Pero no siempre sucede así. El subjetivismo surge precisamente cuando la inteligencia prefiere colorear la realidad según sus propios gustos: entonces la verdad ya no se descubre en las cosas sino que se inventa a partir de ellas.

 La causa más frecuente del subjetivismo son los intereses personales. Con frecuencia, la atracción de la comodidad, de la riqueza, del poder, de la fama, del éxito, del placer o del amor, puede tener más peso que la propia verdad. Por eso, si suspendo un examen, nunca será por no haberlo estudiado sino por mala suerte o por exigencia excesiva del profesor. Y si el suspendido es un niño, mamá jamás dudará de la capacidad de la criatura: antes pondrá en duda la idoneidad del profesor o del libro de texto, o asegurará que su hijo es listísimo aunque "algo" vago y despistado.

 El subjetivismo, además de afectar a lo más trivial, también deforma las cuestiones más graves: el terrorista está convencido de que su causa es justa; la mujer que aborta quiere creer que sólo interrumpe el embarazo; el suicida se quita la vida bajo el peso de problemas no exactamente reales, agigantados por su enfermiza subjetividad; al antiguo defensor de la esclavitud y al moderno racista les conviene pensar que los hombres somos esencialmente desiguales.

 Para que la verdad sea aceptada es preciso que encuentre una persona habituada a reconocer las cosas como son, y el que vive según sus exclusivos intereses suele carecer de la fortaleza necesaria para afrontar las consecuencias de la verdad. Pero al hombre no le resulta fácil hacer o pensar lo que no debe. Por eso, para evitar esa violencia interna, si se vive de espaldas a la verdad se acaba en la auto justificación. La historia humana es una historia plagada de auto justificaciones más o menos pobres. Ya decía Hegel que todo lo malo que ha ocurrido en el mundo, desde Adán, puede justificarse con buenas razones. Al menos, puede intentarse. 

El peso de la mayoría

 Por su identificación con la realidad, la verdad no consiste en la opinión de la mayoría, ni el  común denominador de las diferentes opiniones. Por eso, elegir como criterio de conducta lo que hace o piensa la mayoría de la gente constituye una pobre elección, y suele ser la coartada de la propia falta de personalidad o del propio interés. Además, invocar la mayoría como criterio de verdad equivale a despreciar la inteligencia. En este sentido, E. Fromm piensa que el hecho de que millones de personas compartan los mismos vicios no convierte esos vicios en virtudes; el hecho de que compartan muchos errores no convierte éstos en verdades; y el hecho de que millones de personas padezcan las mismas formas de patología mental no hace de estas personas gente equilibrada.

 Es un gran error confundir la verdad con el hecho puro y simple de que un determinado número de personas acepten o no una proposición. Si se acepta esa identificación entre verdad y consenso social, cerramos el camino a la inteligencia y la sometemos a quienes pueden crear artificialmente ese consenso con los medios que tienen a su alcance. Es como decir que ya no existe la verdad, y que se debe considerar como tal aquello que decide quien tiene poder para imponer mayoritariamente su opinión. "Por suerte, la opinión pública todavía no se ha dado cuenta de que opina lo que quiere la opinión privada", decía el director de una importante empresa de comunicación.

La mentira se puede imponer de muchas maneras, y no sólo con la complicidad de los grandes medios de comunicación. Sin ellos, Sócrates fue calumniado hace más de dos mil años: "Sí, atenienses, hay que defenderse y tratar de arrancaros del ánimo, en tan corto espacio de tiempo, una calumnia que habéis estado escuchando tantos años de mis acusadores. Y bien quisiera conseguirlo, mas la cosa me parece difícil y no me hago ilusiones. Intrigantes, activos, numerosos, hablando de mí con un plan concertado de antemano y de manera persuasiva, os han llenado los oídos de falsedades desde hace ya mucho tiempo, y prosiguen violentamente su campaña de calumnias" (Platón, Apología de Sócrates).

 Sócrates representa la situación del hombre aislado por defender verdades éticas fundamentales. Pertenece a esa clase de hombres apasionados por la verdad e indiferentes a las opiniones cambiantes de la mayoría. Hombres que comprometieron su vida en la solución a este problema radical: ¿es preferible equivocarse con la mayoría o tener razón contra ella? 

La pregunta de Pilatos

 ¿Qué es la verdad? La famosa pregunta de Pilatos es el gran interrogante de toda la humanidad, porque la vida humana es un laberinto que sólo puede recorrer con seguridad quien conoce sus caminos. Con metáfora parecida al laberinto, se nos sugiere que lo que vemos de la realidad podría ser solamente la primera planta de un enorme edificio con innumerables pisos por encima y bajo tierra. No es mala imagen, pero nos gustaría un poco más de rigor y acudimos a Stephen Hawking, uno de los astrofísicos sucesores de Einstein, tristemente famoso por su condena a silla de ruedas por esclerosis múltiple. Al final de su ensayo Breve historia del tiempo, se atreve a decir que la ciencia jamás será capaz de responder a la última de las preguntas científicas: por qué el universo se ha tomado la molestia de existir.

 ¿Eso significa que moriremos en nuestra ignorancia? Pascal reconoce que apenas sabemos lo que es un cuerpo vivo; menos aún lo que es un espíritu; y no tenemos la menor idea de cómo pueden unirse ambas incógnitas formando un sólo ser, aunque eso somos los hombres. Otro matemático y filósofo como Pascal, Edmund Husserl, afirma que la ciencia nada tiene que decir sobre la angustia de nuestra vida, pues excluye por principio las cuestiones más candentes para los hombres de nuestra desdichada época: las cuestiones sobre el sentido o sinsentido de la existencia humana.

 No sabemos muy bien quiénes somos ni quién ha diseñado un mundo a la medida del hombre, pero sospechamos que detrás de esa ignorancia se esconde el fundamento de lo real. Los grandes pensadores de todos los tiempos han sido personas obsesionadas por esa curiosidad. Todas sus soluciones han sido siempre provisionales, pero han nacido de la experiencia dolorosa de la gran ausencia. Pues al salir al mundo y contemplarlo, se les ha hecho patente lo que Descartes llamaba el sello del Artista.

 La ciencia nació para explicar racionalmente el mundo, pero descubrió con sorpresa que la explicación racional del mundo conduce muy lejos. Así surgió la filosofía, para explicar lo que hay más allá de lo que vemos. Con otras palabras: cuando la ciencia se asomó a las profundidades de la realidad material, descubrió que la realidad material no era toda la realidad: había algo más. Ese algo más se esconde dentro y fuera de la materia. Dentro de todos los seres aparecen dos cualidades inmateriales: el orden y la finalidad. Pero es el ser humano quien acapara en su interioridad el mayor número de aspectos inmateriales: sensaciones y sentimientos, razonamientos y elecciones libres, responsabilidad y autoconciencia. El cuerpo humano es estudiado por la Medicina y la Biología, pero la interioridad humana exige una ciencia diferente. Fueron los griegos quienes se plantearon por primera vez estas cuestiones de alcance metafísico.

 Fuera de la materia también hay algo más, como una tercera realidad. Lo mismo que el arqueólogo sabe que las ruinas son huellas de espléndidas civilizaciones, cualquier hombre puede interpretar toda la realidad como una huella: la de un artista anterior y exterior a su obra. En ese momento empieza a filosofar. El historiador puede preguntarse quién pulió el sílex o escribió la Odisea. El que filosofa se pregunta algo mucho más decisivo: quién ha diseñado el universo.

 Así, el intento de comprensión del laberinto nos lleva a Dios. El tema de Dios quizá no esté de moda, y quizá no sea políticamente correcto. Pero es que Dios tampoco es un tema, y está muy por encima de las trivialidades de la espuma política. La razón humana llega a Dios en la medida en que pregunta por el fundamento último de lo real. En esa misma medida podemos afirmar, como Kant, que Dios es el ser más difícil de conocer, pero también el más inevitable. De hecho, aunque está claro que Dios no entra por los ojos, tenemos de Él la misma evidencia racional que nos permite ver detrás de una vasija al alfarero, detrás de un edificio al constructor, detrás de una acuarela al pintor, detrás de una página escrita al escritor. Esto lo expresa de forma magnífica San Agustín:

 Pregunta a la hermosura de la tierra, del mar, del aire dilatado y difuso. Pregunta a la magnificencia del cielo, al ritmo acelerado de los astros, al sol -dueño fulgurante del día- y a la luna -señora esplendente y temperante de la noche-. Pregunta a los animales que se mueven en el agua, a los que moran en la tierra y a los que vuelan en el aire. Pregunta a los espíritus, que no ves, y a los cuerpos, que te entran por los ojos. Pregunta al mundo visible, que necesita de gobierno, y al invisible, que es quien gobierna. Pregúntales a todos, y todos te responderán: "míranos; somos hermosos". Su hermosura es una confesión. ¿Quién hizo, en efecto, estas hermosuras mudables sino el que es la hermosura sin mudanza?

 La pregunta de Pilatos era retórica y no esperaba respuesta. Por eso no la recibió. Pero si el gobernador romano se hubiera tomado la molestia de informarse un poco más sobre el acusado, quizá hubiera temblado al saber que aquel judío ya se había pronunciado al respecto con una afirmación jamás oída a ningún hombre: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida".

El arte de expresarse de modo persuasivo

El arte de expresarse de modo persuasivo

Autor: Padre Alfonso Lopéz Quintás 

Cada una de las actividades propias del líder tiene sus reglas propias, que conviene no desatender. Por lo que toca a las reglas de la comunicación, disponemos actualmente de libros de estilo que las exponen certeramente y ofrecen claves para aplicarlas en la práctica (19) . Me limitaré, por ello, a hacer algunas precisiones -a mi entender, muy eficaces- sobre la didáctica de la comunicación.

1. La corrección estilística y la precisión de conceptos. Para expresar el pensamiento de forma clara y persuasiva, es necesario redactar con precisión. Si a ello se une cierta elegancia de estilo, los conceptos expresados ganan un peculiar atractivo. El líder no debe ahorrarse esfuerzos en perfeccionar su capacidad expresiva a través de la lectura penetrante de grandes autores, el estudio de buenos libros de estilo, la tenacidad en la corrección y mejora de los propios escritos y alocuciones.

2. La articulación interna de una conferencia y de un artículo. Una conferencia debe seguir un ritmo distinto al de un artículo periodístico o una crónica. En éstos suele indicarse al principio lo más llamativo, a fin de que el apresurado lector prenda la atención y prosiga la lectura. Los conferenciantes, por su parte, comienzan a hablar con la seguridad de que los oyentes seguirán el hilo del discurso hasta el final. Esto les permite plantear el tema serenamente y desarrollarlo de tal modo que vaya adquiriendo una creciente complejidad e interés, al modo como sucede en las composiciones musicales barrocas, que en los últimos compases intensifican su expresividad de forma emotiva.

Cuanto más se domine la técnica propia de estas formas de comunicación, mejor se trasmite el propio pensamiento y más se facilita al destinatario la labor de asumirlo activamente. Por eso conviene sobremanera "tener oficio", como suele decirse. Es lástima que a lo largo de los años de estudio no se prepare a los estudiantes para realizar de forma ajustada y bella este tipo de trabajos, que su vida profesional les exigirá a su tiempo imperiosamente.

3. El discurso debe ser configurado de modo sugestivo.
 Este efecto se logra si se cumplen las siguientes condiciones:

a) El tema escogido ha de estar vinculado en alguna medida a las preocupaciones del público al que uno se dirige, de forma que cada persona se sienta apelada. Si tengo que escribir sobre el concepto de belleza expuesto por Jorge Santayana, filósofo español incardinado en los Estados Unidos, no debo comenzar aduciendo datos eruditos sobre este profesor, que, al ser poco conocido por muchos lectores, apenas despierta en ellos interés. Es más eficaz empezar destacando el atractivo de la belleza, la admiración que ésta produce al hombre de todos los tiempos y el carácter enigmático que todavía hoy presenta a quienes se ocupan de penetrar en su quintaesencia. Hagámoslo a continuación, por vía de ejercicio, a fin de mostrar cómo, de esta forma, el lector se adentra de modo espontáneo en el corazón del pensamiento de Santayana (20) .

«Figúrense que alguien me pregunta "qué es la belleza" y yo le respondo: "La belleza es el esplendor de la realidad, de la forma, del orden". Mi respuesta es sin duda exacta y precisa; condensa siglos de investigación estética brillante. Pero ¿es adecuada a mi amable interlocutor, que desea hacerse una idea clara de uno de los fenómenos humanos más atractivos y enigmáticos? He de reconocer que posiblemente mi explicación le resulte inaccesible. Hubiera sido muy distinto si, en vez de dar una definición teórica, le hubiera dicho lo siguiente: Mire el Partenón. Repare en la armonía que surge al vincular la proporción y la medida o mesura. Todas las partes de la obra están proporcionadas entre sí y mesuradas conforme a un canon externo que es la figura humana. El encanto que produce esta peculiar forma de ordenación es denominado "belleza". La belleza es "una luz que resplandece sobre lo que está bien configurado", según formuló Santo Tomás, en la línea de la Estética griega. Este tipo de luz es bella de por sí ("Ipsa lux pulchra est"), como sugirió un eminente pensador de la Escuela de Chartres. Y esta belleza, al ser percibida, se convierte en fuente de goce. Santo Tomás troqueló esta idea en una sentencia vigorosa: "Pulcra sunt quae visa placent"; son bellas las cosas que, vistas, agradan. Uno ve merced a la luz, y la luz para comprender una realidad surge cuando se instaura orden. El orden se lo confiere a los seres su "forma" -en el sentido escolástico, subrayado por San Alberto Magno-. Ahora comprendemos perfectamente que los antiguos hayan definido la belleza como "el esplendor de la realidad, la forma, el orden".

Este modo de explicar basado en la experiencia directa es adoptado por Santayana en sus investigaciones sobre el sentido de la belleza (21) . Quiere abrirse al hechizo de los datos que el mundo entorno nos facilita a cada instante y se hallan al alcance de todos (22) . Con frecuencia sucede que estamos mirando algo y de repente una imagen salta a la vista y nos quedamos prendados de ella debido a su valor. "... A veces -escribe- esta emoción casual es tan fuerte que se sobrepone al interés que yo haya podido tener originalmente en los hechos exteriores; y puedo suspender mi acción o continuarla automáticamente, mientras mi pensamiento se absorbe en la imagen y se detiene en ella. Mientras iba traqueteando hacia el mercado en mi carreta aldeana, la belleza se arrojó sobre mí y las riendas cayeron de mis manos. Me vi transportado, en cierta medida, a un estado de trance. Vi con extraordinaria claridad y, sin embargo, lo que vi me pareció extraño y maravilloso porque ya no miré para comprender, sino tan sólo para ver. Dejé de preocuparme por el hecho, y me puse a contemplar una esencia" (23) ».


Al leer esto, el lector se adentra cordialmente en el enigma de la belleza y queda bien dispuesto para asumir de forma creativa las intuiciones de Santayana.

b) Es decisivo ir a lo esencial desde el principio y articular bien el discurso. Antes de empezar a comunicar algo, el líder debe analizar el tema punto por punto, sobrevolarlo para descubrir su articulación interna, determinar cuáles son sus aspectos más importantes y esbozar un modo de exponerlos adecuado a los destinatarios y al tiempo disponible. Si el oyente no capta desde el primer momento qué sentido tiene cuanto empieza a oír, se ve desconectado y necesita realizar un esfuerzo especial para seguir la marcha de la alocución. Cuando, desde el comienzo, es introducido en una cuestión importante, que se va desgranando ante sus ojos de forma coherente, bien articulada, de modo que una idea se conecta con otra en una sucesión bien trabada, se adentra en el asunto, lo piensa creativamente y no siente el peso del tiempo. Con ello supera de raíz el aburrimiento (24) .

En cambio, una exposición que se limita a yuxtaponer ideas, sin dejar al descubierto su mutua vinculación, resulta tediosa al oyente, porque éste no puede sobrevolar el conjunto, verlo de un golpe de vista, al ser instado a prestar una atención independiente a multitud de ideas. Por haber de realizar muchos actos de atención, desconectados entre sí, va viviendo múltiples instantes temporales. Al cabo de un rato, tiene la impresión de que la actividad realizada ha durado mucho tiempo. Si mira el reloj, se asombra al constatar que este tiempo "subjetivo" -es decir, el tiempo que ha durado la conferencia para él- ha sido mucho mayor que el tiempo "objetivo" marcado por el reloj. De ahí la importancia de ordenar bien los pensamientos, de modo que cada uno lleve al siguiente, y éste pida al que le sigue, y todos se complementen y clarifiquen entre sí. Merced a esta coherencia interna, el oyente puede captar en cada momento el sentido de lo que se está diciendo y la función que ejerce en la marcha del conjunto.

Cuando hayamos de preparar algún tipo de alocución -clase, conferencia, homilía, presentación de un libro...-, hemos de pensar que no basta rellenar el tiempo con palabras, por significativas que sean y por bien que las declamemos. Necesitamos un hilo conductor, una idea-madre que dé sentido, orden y ritmo interno al conjunto. Si, además, procuramos abordar el tema desde el principio, tal vez relatando una anécdota pertinente o citando una frase certera de algún personaje célebre, suscitamos el interés del oyente y prendemos su atención.

Intentemos, por ejemplo, explicar a unos jóvenes qué es la libertad. Partamos de las formas más elementales de libertad hasta llegar a la más perfecta, la libertad creativa, la libertad para el bien, la justicia, la bondad, la belleza. Veremos que los oyentes abren los ojos gozosamente al observar cómo se despliega ante ellos el abanico de los modos diversos de libertad, en perfecto orden según su rango:

1. La libertad de movimiento. Poder moverse es una forma de libertad básica. El niño en la cuna se mueve espontáneamente y, si algo se lo impide, se siente desazonado. Estar de alguna forma impedido o trabado nos causa un dolor muy hondo pues afecta a una tendencia primaria de nuestro ser.
2. La libertad de movernos por donde queramos. Si uno tiene libertad de movimiento pero sólo puede circular por un ámbito acotado, no se siente libre. No puede ejercitar ese tipo de libertad conforme a un proyecto personal. Puede caminar e, incluso, correr, pero con ciertos límites que le impiden trazar planes de acción en cada momento del día. Se siente penosamente trabado. Por eso los reclusos se sienten tan libres al ser excarcelados.
3. La libertad de realizar proyectos viables porque contamos con las posibilidades necesarias. Una persona puede disfrutar de los dos tipos anteriores de libertad pero es incapaz de ir a donde quiere porque le faltan para ello posibilidades de tipo económico, cultural o social. Cuando uno dispone de amplias posibilidades, se siente plenamente libre, en las tres acepciones del término libertad que hemos visto hasta ahora. El que ejercita estos modos de libertad tiende a identificar ser libre con no tener trabas. Es una idea de libertad que se basa en una negación.
4. La libertad de elegir entre diversas posibilidades en virtud de una meta que queremos y debemos alcanzar. La forma de libertad anterior puede reducir a esclavitud espiritual a una persona cuando ésta no cuenta con razones profundas que justifiquen la elección de unas posibilidades u otras. Si elijo solamente las posibilidades que me agradan, aunque me lancen al vértigo y me destruyan como persona, ejercito un modo de “libertad cautiva”. Soy libre para moverme por donde quiera, con el único fin de acumular sensaciones placenteras. Al hacerlo, pongo en riesgo mi crecimiento personal y me expongo a tal peligro de bloquear mi crecimiento personal que llego a preguntarme, con San Bernardo: “¿Quién me defenderá de mis propias manos?” La única defensa es la decisión de tomar distancia respecto a mis apetencias inmediatas y elegir en virtud del ideal auténtico de la vida. Este tipo de distanciamiento o desprendimiento supone un modo de libertad interior o libertad creativa; nos liberamos de la fascinación de las ganancias inmediatas y nos disponemos para crear una vida llena de sentido por estar consagrada a la búsqueda de la verdad y a la realización del bien y de la belleza.

Aquí comienza la verdadera libertad, una forma de libertad positiva que no se reduce a liberarse de trabas antes se dirige a realizar el ideal de la vida. Esta forma de libertad presenta diversos grados según la calidad del ideal al que tiendo y según mi modo de asumirlo en la vida.

- Tomo como ideal en la vida comportarme de acuerdo a las normas aceptadas en mi sociedad y me ajusto a ellas. Soy, por tanto, verdaderamente libre porque me distancio de mis apetencias particulares y me ajusto a criterios reconocidos como éticamente valiosos. Cumplo mis deberes y obligaciones, pero no los asumo interiormente; los tomo como una norma que me viene impuesta de fuera. Estoy obligado desde el exterior; no me siento vinculado interiormente al valor que se me presenta. No lo veo como algo valioso que me estimula sino como un deber que me coacciona. No soy todavía libre con libertad interior o creativa. Cuando visito a un familiar enfermo porque mi entorno social considera obligado hacerlo, soy libre frente a mis apetencias, pero todavía no tengo libertad interior. Estoy en cierta medida sometido a instancias externas.
- Si siento verdadero amor por mi familiar, asumo el deber de visitarle como una instancia impuesta por mi propia realidad personal, supero la sumisión a lo exterior a mí y gano cierta libertad interior. Yo mismo me impongo el deber de visitarle porque me siento vinculado a él, ob-ligado a él y a la necesidad de atenderle en su necesidad. Cumplo el deber de hacerlo con satisfacción; lo hago con espontaneidad creadora pues deseo crear con él esa relación entrañable que supone una visita afectuosa. Ya no hay imposición alguna sobre mí ni de fuera ni de dentro. Actúo en virtud del amor, energía interna que convierte el esfuerzo en una satisfacción. Cuando se cumple el deber por amor, se desborda toda escisión entre la interioridad y la exterioridad. Mi familiar no está allí y yo aquí; ambos formamos un mismo campo de juego, y sus problemas son mis problemas y sus gozos son mis gozos. He interiorizado el deber -como pedía Friedrich Schiller- y mi libertad interior ha ganado una calidad muy alta.
- En el horror de un campo de concentración, varios reclusos son condenados a muerte. Al entrar en el calabozo donde van a morir de extenuación, uno de ellos se despide sollozando de su mujer y sus hijos. Entonces, un prisionero se ofrece a morir por él. ¿Cómo se explica que exista una libertad interior capaz de distanciarse incluso del instinto de conservación? Sólo puede ser libre en tal grado quien esté tan entusiasmado con el ideal de la unidad que todos los valores -incluso el de la propia vida- queden supeditados a su logro.

Si exponemos así las diversas formas de libertad a los jóvenes, éstos quedan preparados para determinar en cada momento en qué medida pueden considerarse verdaderamente libres. Tienen una clave de orientación lúcida, y de ella pueden extraer pautas de conducta certeras.

c) La exposición de los temas ha de hacerse con vigor interno, como si uno los estuviera descubriendo por primera vez. Es indispensable evitar que lo dicho suene a consabido, pues ello induce a los oyentes a distraerse. Si un sacerdote comienza una homilía de boda recordando la conversión del agua en vino realizada por Jesús en Caná, invita a los fieles a relajar la atención, pues dicho tema se halla actualmente desgastado.

Resulta desaconsejable repetir rutinariamente frases hechas, por muy ricas de contenido y de alto abolengo que sean. Si queremos que el oyente se vea movido a convertirlas en vida interior, introduciéndose personalmente en el mundo espiritual que sugieren, debemos pronunciarlas "en estado naciente", como si estuvieran brotando para expresar el aspecto de la vida que deseamos promover. Por mucho que debamos repetir una idea -en las clases, en la catequesis, en las homilías, en los escritos...-, hemos de darles un sabor de pan recién hecho, al modo como los buenos actores jamás repiten su papel; lo crean siempre de nuevo. Ese carácter originario de cuanto se dice apela al oyente, que lo siente como nacido para nutrir su capacidad creadora.

Esta vivacidad creativa se consigue cuando uno procura ahondar un día y otro en los temas que debe luego transmitir. Cuanto más reflexionemos -por ejemplo- sobre lo que es e implica la fidelidad, mejor y más persuasivamente lo expondremos. Para comunicar un dato relativo a un objeto o conjunto de objetos -por ejemplo, la situación de una plaza, nivel 1-, basta tener noticia de él. En el plano de los ámbitos y de la vida creativa -nivel 2-, insistir es profundizar, y profundizar significa captar mejor el sentido de una realidad o un acontecimiento. Qué significa ser fiel a alguien, celebrar una fiesta, arrepentirse de algo, perdonar una ofensa, agradecer un don, interpretar una obra de arte... son temas que requieren una reflexión tenaz si queremos exponerlos, en sus líneas maestras, de forma lúcida y convincente.

d) Es más recomendable hablar de concepto que leer, ya que el estilo del lenguaje escrito es menos llano y familiar que el del lenguaje hablado, apenas invita a la comunicación cordial y da sensación de lejanía. En la misma medida hace difícil conseguir que la comunicación de contenidos sea ante todo una comunicación entre personas, y por tanto una apelación. Si me dirijo a ti para comunicarte algo que juzgo decisivo en la vida, deseo hacerte partícipe de ello para que te decidas a participar activamente de la riqueza que te ofrece.

Esta meta puede lograrse también con la lectura cuando se escribe el mensaje con el estilo propio de la conversación y se lo lee con soltura sin perder la comunicación con el oyente. El líder debe tener el sentido del lenguaje, conocer con la mayor precisión posible lo que implica ser locuente, descubrir el poder del lenguaje para dar densidad a los acontecimientos de la vida, ahondar en la relación de complementariedad que se da entre el lenguaje y el silencio (25).

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19. Diversos Libros de Estilo -publicados por empresas periodísticas- nos dan actualmente valiosas orientaciones sobre la forma correcta de expresarse. Para aprender a escribir con corrección y belleza en diversos géneros literarios necesitamos recurrir a obras más profundas. Ejemplo de éstas es La formación del estilo, de Luis Alonso Schöckel (Editorial Sal Terrae, Santander 21953)

20. Reproduzco seguidamente el comienzo de mi artículo “El sentido de la belleza, según Jorge Santayana”, en Revista de Filosofía, 3ª época, X(1997)123-142.

21. Cf. The sense of beauty, being the Outlines of Aesthetic Theory, Adam and Charles Black, Londres 1896. Ed. española: El sentido de la belleza, Montaner y Simón, Barcelona 1968.

22. Cf. Escepticismo y fe animal, Losada, Buenos Aires 1952, págs. 7-12.

23. Cf. Los reinos del ser, FCE, México 1959, p. 31.

24. Para lograr esa interna cohesión, se debe prescindir de las ideas que no son necesarias para desarrollar el pensamiento básico. Tal sobriedad permite al lector captar el sentido del escrito con un ritmo de lectura animoso.

25. Estas decisivas cuestiones las trato en mis obras El poder del diálogo y del encuentro, BAC, Madrid 21997, págs. 5-90; Inteligencia creativa. El descubrimiento personal de los valores, BAC, Madrid 1999, págs. 184-251.

MÉTODOS DE PENSAR

 MÉTODOS DE PENSAR

Lilian Arellano Rodríguez

El pensar, aprender, saber filosóficos no son lineales; pues cada paso que damos es una profundización del anterior.  Avanzar implica llevar a un mayor nivel de profundidad o de  relaciones, lo  antes pensado.  Así, pensar de forma rigurosa sobre la educación, se debe partir viendo qué es realidad; cuáles son sus atributos.  Luego, nos preguntamos por la realidad y los atributos de la educación.  Así, estamos en condiciones de dar razones ontológicas de la educación:  Podremos realizar una serie de distinciones conceptuales sustentadas en la realidad; por lo tanto analizar situaciones educativas, aplicando correctamente los conceptos ontológicos estudiados; podremos fundamentar nuestras afirmaciones (dar razón de nuestros juicios); criticar (analizar situaciones o pensamientos, valorando y fundamentado su verdad, falsedad o ambigüedad); deducir (a partir de afirmaciones cuya verdad hemos fundamentado, deducir otras verdades y, además, hacer uso de la mayéutica) e interrogarnos (plantear dudas o preguntas que nos permitirán avanzar en los conocimientos de la realidad que indagamos). 

1.  PENSAMIENTO LOGOPÁTICO: Se llama pensamiento logopático (logos= estudiar, pensar; pathos= padecer) a la reflexión que se hace a partir del "ponerse en el lugar del otro", específicamente, interpretando lo que comunica un audiovisual. 

Actividad:

A partir del audiovisual, “El alfarero” en http://www.youtube.com/watch?v=0oRXl7qQuy4,  realice una reflexión aplicando al menos 5 de las conceptualizaciones fundamentales desarrolladas en torno a lo que es la realidad y sus atributos; la educación y sus atributos..  Se trata de una reflexión, por lo tanto, vincule lo que está pensando con situaciones reales, críticas, interrogantes que surgen... 

2.  OBSERVACIÓN FENOMENOLÓGICA.  Este análisis parte de una   observación inteligente de la realidad, esto es, hace uso de los sentidos y del entendimiento; de tal forma descubrir las relaciones, actuaciones, niveles de profundidad o superficialidad de lo observado: ser, actuar y valer. Pensando en lo que debe descubrir, escriba todo lo que observe y va entendiendo; también las interrogantes que surgen en usted. Sólo después de haber realizado esta primera parte, puede consultar lo que expertos han descubierto de su realidad observada, para complementar o discutir su propia observación e interpretación de la misma o lo afirmado por el experto.  

Actividad: Elija una realidad con la cual pueda tener un encuentro: un rosal, árbol, gusano, gato, usted mismo u otra persona, un mineral... etc.  Considerando la estructura de la realidad (todos sus atributos), analice esa realidad. 

3.  HERMENÉUTICA: Llamamos hermenéutica a la capacidad de interpretar el mensaje escrito u oral.  Esto implica, entender lo que leemos o escuchamos; lo cual no es fácil, pues para ello debemos aprehender (captar) el mensaje que otro -distinto a nosotros- nos envía: entender, por lo tanto, el sentido que el otro da a sus palabras.

 Actividad:   A partir de una lectura, extraiga tres enseñanzas que para usted, como educador, sean interesantes; ya porque las considera verdaderas o porque las considera cuestionables.  Fundamente su respuesta.

- A partir de una frase de la lectura, realice una reflexión relacionándola con alguna situación vivencial de interés educativo.

4.  MAYÉUTICA 

                Para Sócrates, el educador no es alguien que entrega una verdad para que otro la reitere, sino que es quien, a modo de una partera (mayeuta), ayuda al educando a dar a luz la verdad.  Son las preguntas las que mueven al alma para que, ya despierta escudriñe, indague y descubra por sí misma la verdad. Sólo se requiere ser conscientes de la verdad allí, presente, acogerla y saber enunciarla.  Dar razón de la verdad acogida y de su incuestionabilidad ante posibles alternativas, dar razón de la insensatez de aquellos supuestos u opiniones generalizadas que subyacen a la vida,  son partes del camino Socrático que Alain de Botton, explicita y ordena muy pedagógicamente en su libro “Las consolaciones de la filosofía”. (Ed. Punto de lectura, España 2002, págs. 39 al 41)

 APROXIMACIÓN A LA MAYÉUTICA (MÉTODO EMPLEADO POR SÓCRATES): 

    Elija un enunciado, de interés filosófico - educativo, que sea de aceptación generalizada.                            Ej. Las personas instruidas son más valiosas para la comunidad.

    Dé por supuesto que el enunciado es falso. Busque, en su realidad circundante, al menos 3 situaciones en las que el enunciado no resulte verdadero:                                                                                         Ej. Fue una persona instruida, quien inventó la bomba atómica.  Hitler era una persona instruida.                      María de los Ángeles, apodada "La Quintrala", siendo una persona instruida, mandó asesinar a su propia familia; etc.

    Si encuentra una o más situaciones que demuestren la imprecisión del enunciado, intente ahora una formulación  más precisa del mismo, considerando lo descubierto por usted en el paso anterior.

 

ÉTICA Y MORAL

 ÉTICA Y MORAL

Adriana Morales

Licenciada en Letras 

La ética es una rama de la filosofía que se encarga de estudiar la moral, es decir, lo que es considerado como parte de las buenas costumbres y del buen vivir en la sociedad a fin de generar una convivencia amable y equilibrada entre las personas.

Asimismo, la ética es una virtud que conlleva a la responsabilidad, la honestidad, el compromiso, a ser buenos ciudadanos y de evitar afectar de manera negativa a quienes están a nuestro alrededor con acciones nocivas, en especial, si se trata de obtener un beneficio en particular.

La ética se inculca desde temprana edad a través de ejemplos que expliquen y ejemplifiquen la importancia de nuestros actos y sus consecuencias. La ética debe tener como meta alcanzar la felicidad individual y de la sociedad en general, de allí que su objeto de estudio se la moral, su importancia y aplicación.

La palabra ética deriva del griego êthos, traducida como ‘modo de ser’ o ‘carácter’, que a su vez deviene de ethos, traducida como ‘costumbre’ y ‘hábito’. De hecho, la traducción latina de ethos es mos, que en español significa ‘moral’, de allí que la ética tenga como objeto de estudio la moral.

Esta aclaración etimológica es importante para entender que la ética no hace referencia al carácter como naturaleza de un individuo, sino a las costumbres y posturas que se adquieren a lo largo de la vida y que conforman una serie de hábitos, entre los que se diferencian las virtudes o los vicios.

Filósofos como Platón y Aristóteles expusieron que la ética se encarga de estudiar las conductas humanas, las cuales son llevadas a cabo desde la libertad y la conciencia que cada individuo posee para diferenciar lo bueno de lo malo. En este sentido la ética conjuga los términos conducta, libertad y bien.  Es decir, las personas actuamos de manera libre, pero consciente de que nuestros actos generan una serie de consecuencias, buenas o malas, según los juicios de valor que le otorgue la moral.

Nuestras conductas morales dependen de la enseñanza de las costumbres y hábitos que, según lo establecido por la sociedad, son consideradas como éticamente correctas y parte de las buenas costumbres. No obstante, estas normas pueden cambiar a través del tiempo según las mudanzas que presente la sociedad.

En este sentido, la ética es una reflexión acerca de las conductas morales del ser humano y sus efectos en la sociedad. Por ejemplo, quienes llevan una vida basada en los valores familiares, sociales y profesionales serán reconocidos por su ética y moral, es decir, por sus buenas conductas, responsabilidad y compromiso.

Quien es éticamente correcto buscará siempre la mejor solución ante cualquier dificultad y estará a favor de la convivencia sana más allá de las diferencias, inevitables además, que puedan existir con las demás personas bien sea por la tendencia política, la cultura, la religión, entre otros.

Entre los términos ética y moral existe una delgada brecha que los diferencia y que es importante determinar para evitar hacer un uso erróneo de estas palabras.

La ética establece los principios de nuestra vida e implica la distinción entre lo bueno y malo, a partir de un análisis previo.

Por su parte, la moral es un conjunto de valores, normativas y creencias que se cumplen y determinan las buenas costumbres y las conductas sociales. En este sentido, la moral hace una valoración de las conductas de las personas, de las cuales se pueden clasificar aquellas que se consideren buenas o malas tanto para el individuo como para la sociedad en general. De allí que la moral sea el objeto de estudio de la ética.

 

ÉTICA PROFESIONAL

La ética profesional se debe aplicar con sentido de responsabilidad y compromiso.

La ética está presente en las diferentes facetas en las que nos desenvolvemos. De allí que podamos hablar de ética personal, ética profesional, ética académica, ética política, ética médica, entre otras. Esto se debe a que las conductas humanas buscan tanto el bien personal como social a través de una serie de reglas moralmente correctas.

En el entorno profesional es importante que las personas actúen de manera responsable y con criterio al momento de desenvolverse como especialistas o conocedores de un área de trabajo. Por ello, los profesionales deben ajustarse a las normas morales preestablecidas.

La ética profesional está compuesta por valores humanos que propician el respeto, la responsabilidad, el compromiso, la inclusión, la honestidad, la puntualidad, la discreción, la competitividad, incluso, la amistad.

Asimismo, existe una serie de normas deontológicas que fundamentan los principios y deberes que se deben cumplir a fin de conseguir un óptimo resultado laboral, en especial, si se presenta una situación difícil en la cual se debe tener cuidado al momento de tomar una decisión para alcanzar el bienestar común.

La ética profesional nos representa como personas responsables de nuestra acciones, por tanto, la labor de un profesional en cualquier área, es dar lo mejor de sí en función de ofrecer un buen servicio o producto. De esta manera se están aportando soluciones, ayudas, respuestas y oportunidades para otras personas.

 

PRINCIPIOS DE ÉTICA GENERAL

Lilian Arellano Rodríguez

 

   Haz el bien y evita el mal

  Principio de tolerancia: Desgraciadamente, dado que existe el  mal, cuando no hay alternativa alguna para evitar un mal mayor, se debe actuar conforme al mal menor.

   Se puede actuar mal por comisión u omisión, esto es, cuando se hace lo que no se debe hacer o cuando no se hace lo que se debe hacer.

   Para que haya mérito o culpabilidad de los actos, tiene que haber conocimiento o debiera haberlo y voluntad.

  Existen agravantes y atenuantes de los actos:

      a)  Según la acción e intención:    

 

ACTO

INTENCIÓN

MORALIDAD

Bueno

Buena

Bueno

Malo

Mala

Perverso

Bueno

Mala

Más malo

Malo

Buena

Menos malo

 

 b) Es más malo actuar contra alguien inocente o de actuar correcto,  que ante quien actúa mal.

 c) Más mal actúa quien tiene mayores conocimientos y mayores responsabilidades.

 d) Mayor es el mal cuando se atenta contra un bien mayor.

 e) Mayor es el mal si se hace con escándalo, esto es, se ufana de él y se trata de propagar.

 f)  Mayor es el mal si se actúa en contra de quienes somos responsables

 g) Mayor es el mal si se actúa contra un bien público o común que contra un bien particular.

 

          Educarse implica el reto de ascender en honestidad, en bondad de ser, en mérito de ser; implica, por lo mismo, la realización de virtudes.    Ahora bien, llamamos virtudes morales a las diversas formas que presenta la realización del bien, acorde las situaciones que debemos enfrentar durante el desarrollo de nuestra existencia. Así, hablamos de virtudes naturales cardinales o derivadas y de virtudes teologales o sobrenaturales. La educación en este sentido implica un reto moral, pues el bien no siempre es fácil de distinguir del mal; como tampoco es fácil superar la comodidad, conveniencias o placeres inmediatos que puede ofrecer el aparente bien o mal. Muchas veces el ser humano distingue entre lo bueno y lo malo, lo correcto o incorrecto; pero por debilidad cae en los vicios. Mientras las virtudes implican una real realización del auténtico ser que somos; los vicios implican una falta de auténtica realización que puede ocultarse tras la fachada de bienestar, poder, tener o placer.

        

   Prudencia, Fortaleza, Templanza, Justicia son las virtudes que llamamos naturales “cardinales”, por cuanto como los puntos cardinales, indican un camino de corrección a seguir (un camino educativo). Cada virtud cardinal se puede expresar a través de diferentes virtudes que , entonces, son llamadas “derivadas” La adjetivación de “naturales” es para diferenciarlas de las virtudes teologales o sobrenaturales que dicen relación directa con Dios, pues en Él tienen su origen y destino; así las virtudes de la fe, esperanza y caridad (camino de gracia, revelación y santidad).  Las virtudes cardinales naturales, en cambio, centran su realización en la voluntad del ser humano y en su relación del mismo con la naturaleza y con los demás hombres.  Imprudencia, Debilidad, Intemperancia e Injusticia; Infidelidad, desesperanza y odio, son las nominaciones que damos respectivamente a los vicios que caracterizan una existencia por oposición o ausencia de las respectivas virtudes. El estudio de la educación en relación con las virtudes teológicas y con el sentido final de la existencia o llamado Bien Final o Último, puede dar lugar a una perspectiva teológica de la educación. 

 

       

jueves, 6 de enero de 2022

PROGRAMA "CONVIVIR EN DIVERSIDAD".

 PROGRAMA "CONVIVIR EN DIVERSIDAD".

Lilian Arellano Rodríguez

 Conceptos fundamentales: Tolerancia, Respeto y Convicciones.

 1.-  TOLERANCIA.  Es la consideración hacia la diferencia; una disposición a admitir, amable y comprensivamente, la legítima discrepancia, esto es, el pluralismo.

 ACTIVIDADES

Ejemplos:

Formar grupos para compartir lo que cada uno ha descubierto con respecto a sí y sus compañeros.

Grupo curso: Hacer entre todos, una lista de aspectos que pueden diferenciar a las personas. Comentar sobre aquello que les es más difícil aceptar o tolerar.

 2.-  Respeto. Implica admirar un valor o virtud que descubrimos en una persona quien, en ese sentido, se constituye como un modelo de vida.

Tolerar no es sinónimo de respetar.

Tolerar es permitir algo sin estar de acuerdo; sin justificar, aprobar o creerlo así; pues implica una diversidad en la discrepancia.  En ocasiones, incluso debemos tolerar un mal menor para evitar uno mayor que, de otra forma, no podríamos eludir.  Por ejemplo, debemos tolerar órdenes de un jefe que puede exigir más trabajo del justo o pagar menos de lo correcto, si no hay otra forma de conservar el empleo necesario para satisfacer las necesidades básicas de la familia.

 ACTIVIDADES:

1. Dramatizar escenas de respeto, considerando qué es lo que admiran o los rituales de respeto (ponerse de pie, hacer una reverencia, quitarse el sombrero, felicitar, rendir homenaje, etc.). Comentar; orientar.

2. Elegir dos personas de diversos ámbitos; que causen en ellos sentimientos de respeto. Hacer una exposición sobre lo que más admira en ellos. Analizar la variedad o semejanza de respuestas.

3. Hacer una carpeta de uso personal o para regalar, con imágenes y palabras que representan su mundo de respeto.

 Recordarles que:

Deben conservar y aplicar el principio de tolerancia cuando no estén de acuerdo.

Respetar en otros un valor que no poseemos y que admiramos como un ideal al que aspirar.

La convivencia con quien respetamos nos enriquece, porque nos hace vivenciar lo valioso: su honradez, lealtad, responsabilidad, humildad, generosidad; en fin, todas las virtudes que enaltecen las almas ya con su sola visión.

De ahí la importancia de los grandes modelos: genios, santos y héroes y de los modelos con quienes convivimos a diario.

Lo anterior implica que hay diversidades que sólo pueden obtener nuestra tolerancia; mientras otras, por sobre esta, merecen todo nuestro respeto, reverencia o admiración.

Estas actividades también ponen a prueba nuestra propia actitud tolerante; pues es un verdadero reto al escucharles hablar con mucho afecto y admiración de personas que a nosotros no nos simpatizan en lo absoluto.

La idea es que ellos vayan conociéndose, aceptándose y también respetándose a sí mismos y a los demás, en diversidad.

¿Todo es tolerable?

No. No todo es tolerable. Sólo debemos tolerar aquello que no nos quita la dignidad personal o expone nuestra salud.

Así, el niño no debe tolerar que abusen de él o le agredan. En estos casos debe pedir protección, pues a veces el hombre enferma y hace daños intolerables, menos aún respetables. En estos casos se debe explicar la necesidad de intervención médica y/o legal.

 ACTIVIDADES:

1. Problematización breve: Procurando que los alumnos mantengan sus lugares habituales, se forman grupos de dos o tres. Se da diez minutos para que anoten todas las interrogantes que surjan sobre temas que rayan en el límite de la tolerancia: alcoholismo, tabaquismo y toda clase de drogadicción, abuso sexual, violencia intra y extrafamiliar, ínfima calidad de vida. Se sugiere que el profesor complemente esta actividad a través de los subsectores de aprendizaje, especialmente, ciencias naturales y lenguaje y comunicación. En el área matemática se pueden plantear problemas cuyo contenido tenga que ver con datos estadísticos nacionales, que dicen relación con la temática.

2. El profesor, con la colaboración de sus alumnos, puede confeccionar un buzón; de tal forma depositen cartas (con o sin identificación) en las que expongan situaciones intolerables, que crean estar viviendo ellos o sus compañeros. De esta manera, el educador podrá intervenir positivamente, orientar, ganar la confianza de sus alumnos, prevenir y, por último, conocer y comprender muchas actitudes de éstos alumnos.

3. Los educandos pueden confeccionar afiches de sensibilización y orientación, dirigidos a la comunidad escolar. Se sugiere que el profesor trate estas temáticas con los apoderados, haciendo un taller a partir de los afiches confeccionados por los alumnos.

4. A partir de un video sobre alguna de estas temáticas, el profesor puede hacer «lluvia de preguntas».

5. Se puede hacer uso de «fotodrama» para motivarlos a rechazar las drogas y la violencia; complementando con la creación de cuentos que entreguen alguna moraleja.

 Debemos tolerarnos a nosotros mismos.  No se trata de quedar sin más con lo peor de sí; sino conocer nuestros límites, defectos, discapacidades; de tal forma, no engendren desasosiego, pesimismo, depresión, desconfianza en sí mismos. Es tan malo no ponerse metas, como poner aquellas que van más allá de nuestras posibilidades.

Debemos reconocer nuestros defectos y ajustar «el que somos», con «el que deseamos, podemos y debemos ser».

 ACTIVIDADES:

1. Es importante que el profesor dirija una conversación, sobre los defectos y límites que sienten y creen tener; sobre las consecuencias que estos implican en el aprendizaje escolar y en sus vidas. Tan importante como esto y más, es que el profesor reflexione sobre las medidas que va a adoptar para considerar la diversidad de tiempos de aprendizajes, estilos, dones y límites que poseen sus educandos. Así, por ejemplo, no puede exigir a un niño obeso o con problemas respiratorios, el mismo acondicionamiento físico que al resto del curso; menos aún hacerlo sentir inferior por ello.

2. Clarificación de visión: EL profesor expone cómo la diversidad de ser, capacidades, anhelos, fundamenta las posibilidades de complementariedad humanas: Gracias a que no todos poseemos el don de cantar, podemos algunos gozar apreciando el arte que otros, precisamente, por tener la genialidad, deben asumir como un compromiso público y profesional. Es la persona quien da sentido y dignifica toda actividad y no a la inversa. Luego, puede pedir que los alumnos den algunos ejemplos.

 3. Pongámonos en el lugar de...

Piensa que eres «Pedro» o «Luisa» ¿Qué harías en su lugar; cuál crees sería la solución más adecuada? Marca con una cruz la alternativa que mejor te parezca:

3.1. Pedro está muy gordito; se encuentra feo, despreciado.

- cree no poder hacer nada

- toma un producto que hace milagros

- hace caso a sus padres que dicen está bien así

- hace ejercicios

3.2. Luisa se siente abandonada, no querida por sus papás; no cuida su aspecto. En su caso, qué harías

- tratarías de ir siempre bien arreglada

- intentarías parecerte a una artista famosa

- te consolarías comiendo

Explica a tus compañeros por qué piensas qué esas son las mejores soluciones. El profesor podrá orientarlos.

 3.-  CONVICCIONES.

En una educación pluralista, democrática, de diversidades, el educador tiene como misión esencial, enseñar a tener convicciones que en los momentos difíciles de la vida nos ayuden a tomar decisiones dignas de nuestra condición humana; más allá de meras posturas impensadas, emocionales o convenientes.

El respeto por la diversidad, exige una posición de vida, esto es, convicciones

Alguien podría pensar que el respeto por la diversidad requiere de una especie de neutralidad, indiferencia. Pero no es así, el respeto por la diversidad no se opone al amor y compromiso con lo que se piensa, cree, siente, asume como verdad, bien o belleza. Se puede tener convicciones y ser amable y comprensivo con las convicciones de los demás.

Ya dijimos, tolerar no es acatar, aprobar o justificar. Al contrario, sólo quien desea regir su vida por valores, sabe que ello es difícil; sabe que existe el error, que puede equivocarse (él o los demás). Es difícil el acceso a la verdad; hay que investigarla (no se encuentra a primera vista); de ahí el sentido de las ciencias, y la reflexión.

 

Por ello, se oponen a la diversidad y provoca violencia:

El bondadismo lleva a la arrogancia, intolerancia y falta de respeto con la diversidad.

El bondadismo consiste en calificar todo de verdadero, valioso; siempre que no nos agredan. Es una posición egoísta y no comprometida; ni con la verdad, ni con las personas que la declaran. Se trata de una posición cómoda que busca las conveniencias de no tener que confrontarse y tampoco, consecuentemente, tener que declarar equivocarse. Da lugar a la arrogancia, pues al no existir una verdad que nos trascienda y que sea criterio de corrección, de perspectiva, nos erigimos en los creadores y modificadores de ella, según los antojos o utilidades que nuestra posición nos ofrezca. De este modo, sólo se trata de posiciones personales que justificar o mantener; el error no existe; todo está bien porque nada está mal.

 

ACTIVIDADES:

1. Cada alumno investiga las convicciones de algunas personas, a partir de declaraciones que aparecen en la prensa.

2. Pueden hacer alguna entrevista a algún amigo o familiar, vecino, sobre sus convicciones. Luego el profesor puede orientar de las dudas que surjan.

 

También atenta contra la diversidad: el talante polémico, la descalificación, el mal genio, el fanatismo, el acoso, la incontinencia verbal. Todas estas actitudes son discriminatorias.

 

1. El talante polémico es propio de quienes se fijan en los demás por lo que tienen de diferentes; haciendo de ese aspecto el todo e infravalorando, entonces, a la persona.  Debemos educar a nuestros alumnos para que no valoren o desvaloricen a los demás por lo que tienen de diferentes, de tal forma, sean etiquetados y discriminados o no considerados por ser de tal o cual color o raza, sexo, edad, ciego, gordo, bajo, pobre, rico, provinciano, etc.

2. La descalificación consiste no sólo en reprobar una acción que realmente puede ser incorrecta sino, principalmente, quitar todo prestigio, imagen o autoridad a la persona, más allá de todo razonable argumento y sin tener la más mínima consideración.  «Del árbol caído todos hacen leña», dice el refrán. A menudo, el error de alguien es dicha del intolerante; quien se alegra de la desdicha del diverso que es visto como un enemigo. Es una proyección del talante intolerante que descalifica todo argumento o acción de alguien, aunque ésta esté al margen del defecto o diversidad misma. Por ejemplo, al gordo no se le elige como amigo, aunque sea generoso, porque es gordo. Al que tiene una postura política o religiosa distinta, no se le contrata como cocinero, aunque sea excelente en ese campo y no tenga nada que ver con lo religioso o político. A quien tiene una discapacidad muscular o en sus piernas, se le deja de lado en actividades que requieren por sobre todo de una inteligencia que puede ser excepcional.

3. Mal genio es quien no tiene paciencia con el diferente, agrediéndole con palabras, gestos u obras.  Debemos instar a nuestros alumnos a dominar los impulsos agresivos o violentos. Modales, palabras y gestos intolerantes, son imitados en la vida familiar, escolar, comunitaria y desde la televisión u otras propuestas masivas: cine, comic, música, sectas, juegos electrónicos (Nintendo, Play Station, Internet, etc.).

4. Incontinencia verbal: es una forma de faltar el respeto a la diversidad, por eso el incontinente habla en forma desmesurada, sin considerar la importancia del decir de los demás. Al desvalorizar a los demás no deja espacio ni tiempo para otras opiniones. De esta forma logra imponer sólo su perspectiva.

5. Acoso: es una forma de intolerancia que se manifiesta atosigando, esto es, sometiendo la persona a tal presión emocional y/o física, que ésta se encuentra imposibilitada de presentar o defender su postura. Por el contrario, quien se educa en diversidad, no impone; sugiere, insinúa.

6. Fanatismo es propio de quien no es capaz de ver la más mínima objeción en su postura.  El fanático es intolerante e irrespetuoso. Es acrítico ante sí y ante los que piensan como él. No valora al diverso. Sólo recurre a argumentos memorizados, porque realmente no posee razones o creencias auténticas. El fanático divide el mundo en dos: nosotros y los otros: los equivocados o malos. El fanático es inamovible, anquilosado, rutinario, amigo de los tópicos.

ACTIVIDADES:

De todas estas formas de intolerancia o discriminación, es importante hacer que los niños aclaren el concepto a través de películas, videos, cuentos o situaciones de la vida real.

1. Ver y leer imágenes: Búsqueda de imágenes que expresen fanatismo, talante polémico, mal genio, descalificación, incontinencia verbal. Luego describir la imagen y explicar qué les sugiere, qué sentimientos suscita en ellos, qué título le pondrían ¿Cómo se imaginan una imagen o situación contraria?

2. Exposición positiva-negativo:   Se trata de hacer afiches o paneles con imágenes y palabras que representen la aceptación y otras la negación de la diversidad.

3. Propuesta: Se forman grupos. Cada uno estudia un caso de intolerancia habitual y propone una o dos formas de erradicarla.

Llegados aquí, esperamos pueda observar el objetivo propuesto en un principio  -descubrir, aceptar y valorar la diversidad - asumido en gran parte por sus educandos; por supuesto, acorde con sus etapas de desarrollo y condiciones de existencia

La diversidad requiere del amor. Trátase de superar el afán de poder o dominio por la generosidad o colaboración.

Por último, proponemos las siguientes actividades que también le servirán para observar sus logros que, realmente son logros de sus alumnos.

ACTIVIDADES:

1. Hacer un ensayo sobre una asignatura, actividad, idea o creencia que nos disguste, rescatando lo positivo de ella. Se puede confeccionar una carpeta escolar de «oposición» para regalarla a un compañero que tenga tales ideas, creencias o simpatías.

2. La Propuesta: Formar pequeños grupos, pero ahora de afinidades, que luego hagan una propuesta para aprender a compartir; aceptando y considerando las diferencias; incluyendo en una o dos actividades a la familia (hermanos, padres y abuelos) y al profesor. Se trata de celebrar, en diversidad, la diversidad.

La educación, en cuanto perfecciona nuestra existencia en vista de la confirmación de nuestro ser, exige al educador guiar a los educandos en el descubrimiento, aceptación, valoración y realización de un estilo único y diverso de ser y existir.

La diversidad exige un amor por si mismo y por los demás; un amor que supera la tolerancia y el respeto. Sólo el amor deja ser más allá de todo egoísmo. Sólo así, los padres sacrifican anhelos no realizados que, de otra forma, proyectarían en sus hijos, dificultando su auténtica vocación y estilo de hacer la vida